Vivir en diversidad

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Si solo entendiéramos el hecho de que yo no escogí dónde nacer y quiénes deberían ser mis padres para poder identificar mi etnia, raza y nacionalidad; por ello soy responsable de lo que tengo, porque en la siguiente etapa debo transmitir todo lo que herede y todo lo que soy a la próxima generación y así sucesivamente.

Y en el caso que no tome seriamente el papel que me toca no solo defraudé a los que me heredaron el paquete de identidad,  sino que también perjudiqué  a los que me siguen provocando un vacío que puede fácilmente proyectar confusión.

Lo anterior hace más que claro que cada uno de nosotros pertenecemos a un grupo étnico,  a una raza que tiene  costumbres, lengua y también modo de ser que engalana la sociedad humana en su diversidad no confrontándonos,  sino más bien armonizando sin presumir y mucho menos retrayéndonos.

Alguna vez nos deberíamos poner a reflexionar qué sería de la humanidad si cada grupo étnico no asumiera el papel de la secuencia que refleja el pasado en su desarrollo histórico y todo lo que eso conlleva para que la sociedad sea hoy lo que debe ser. Lo que narramos no tendría panorámica ni tendría sentido, pero a pesar de los altibajos recordamos nuestra historia en cada grupo y nos enorgullecemos del pasado. Por lo mismo debemos vivir de tal manera que en el futuro a los que les toque hablar de nosotros también puedan enorgullecerse con justificada razón.

Si analizamos los confrontamientos que se viven hoy día entre diferentes grupos étnicos notaríamos que no son más que perfiles enfermizos por el simple hecho que tienen criterios comparativos,  los cuales no son concebibles porque cada grupo ve las cosas a su manera, pero si tuviéramos más madurez podríamos aprender uno de otro para mejorar,  no para cambiar su perfil.

Si uno puede apreciar el arcoíris en sus colores y la majestuosa belleza, igual sería si conviviéramos aceptándonos y valorándonos. Dejaríamos ver lo armónico que podíamos proyectarnos a los demás seres humanos, sea que nos visiten, o bien, lean de nosotros.

Lo fundamental que debemos tener en mente  es que la Guatemala de mañana la estamos formando hoy en cada detalle que valoramos y en cada verdad que transmitimos,  y las cosas que sembramos para que mañana florezca.

Nuestro mundo está suficientemente convulsionado y no necesita de nosotros para poder lograrse en su perfil negativo.
Nosotros, con la multiculturalidad y diversidad de pueblos que estamos en un territorio tan reducido, podemos ser como una joya que otros podrán admirar por la belleza étnica que contenemos.

Usted y yo somos los primeros que debemos emprender este cambio y que nos sigan los demás.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.