PARALELO 30

A Nancy Cruz

Samuel Pérez Attias

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Nancy Cruz era una de esas jóvenes que ponen en alto el nombre de Guatemala. Su trayectoria en la academia, en el trabajo hacia los demás y su desempeño en el arte, a través de la danza, la colocaban como aquella mujer de las que los guatemaltecos podemos sentirnos orgullosos siempre.

Su hermano, Adolfo, recuerda a Nancy como aquella niña bromista y alegre, pero que nunca se rendía cuando se proponía algo. Pero Nancy era más que eso. Nancy Cruz era licenciada en Bioquímica por la Universidad del Valle de Guatemala, con una Maestría de la Universidad de Manchester. Hablaba español, inglés y alemán. Su disciplina y curiosidad académica, además de su pasión por el servicio, la hicieron especializarse en Inmunología. En el 2012 se encontraba en el proceso de continuar sus estudios de doctorado. Nancy colaboró profesionalmente en México, Venezuela, Colombia, Brasil e incluso en el Ministerio de Salud de Uganda y en otras organizaciones académicas internacionales.

Pascal Launois, de la OMS, se refiere a Nancy como “una de esas escasas profesionales de la salud pública, que cerró brechas entre el laboratorio y el campo. Era igualmente feliz vestida con su prístina bata blanca de laboratorio, utilizando tubos de ensayo como usando sus botas sucias de lodo en sus viajes al Petén buscando personas sufriendo leishmaniosis para ser tratadas”. La leishmaniosis es una enfermedad causada por la picadura de ciertos insectos tropicales.

Nancy realizó varias investigaciones relacionadas con la salud pública en Guatemala. A sus 34 años, Nancy había aportado muchísimo a Guatemala y afuera de nuestras fronteras.

Pero las pasiones de Nancy iban más allá de la academia, el laboratorio y el ayudar a otros. El ballet era otra de sus facetas. Una mujer sensible al arte, pero analítica y científica a la vez. Humana en su quehacer profesional y afable en sus relaciones sociales, y determinada en su vida personal. Nancy Cruz, la artista, bailó la última vez en público la obra Variaciones Clásicas, de la Escuela de Ballet Marcelle Bonge, en el Teatro de Cámara.

Sin embargo, la vida de Nancy terminó cuando apenas estaba empezando. Una luz que fue apagada brutal y violentamente. Fue encontrada en su apartamento estrangulada y con golpes que le desfiguraron la cara. Se capturó a tres sospechosos de su asesinato y hace una semana, uno de ellos, José Eduardo Pérez Morales, se fugó del hospital donde se encontraba internado bajo el paradójico diagnóstico de una picadura de insecto.

A veces quisiéramos que en Guatemala solo hubiese buenas noticias, pero la realidad pesa más que el optimismo. Por justicia a una mujer que no merecía terminar su vida así, dejo en esta columna un testimonio póstumo de una guatemalteca ejemplar. Confiamos en que la justicia se haga valer y me solidarizo con Adolfo Cruz, hermano de Nancy, y su familia. Si usted sabe algo del prófugo, denúncielo confidencialmente al teléfono 110.

samperez1@gmail.com

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