ENCRUCIJADA

Aires de renovación

Juan Alberto Fuentes Knight

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La renovación de la clase política guatemalteca comenzó. Avanza por dos vías. La primera resulta de procesos iniciados en el ámbito judicial, apoyado por CICIG, y ya progresó con las renuncias de altos funcionarios, incluyendo la de Roxana Baldetti. La segunda, incipiente, se deriva de la perspectiva de elecciones. Estas debieran crear espacios para expulsar por la vía del voto a los líderes políticos corruptos y sustituirlos por nuevos dirigentes con los que se identifiquen los miles de manifestantes indignados. Pero para poder avanzar se requiere de algunas reformas básicas de la Ley electoral y de partidos políticos (LEPP).

Como parte de la primera vía, de origen judicial, existe ahora la posibilidad de que salga Otto Pérez de la Presidencia. Los diputados no tienen opciones fáciles: al quitarle la inmunidad al Presidente y ponerse del lado de los aires de renovación corren el peligro de que esos aires eventualmente los desplace a ellos también; o, alternativamente, al apoyar al Presidente estarían tapando una olla de presión que refleja reivindicaciones ciudadanas y denuncias judiciales, que al no atenderse generarían cada vez más inestabilidad, que más adelante podrían contaminar el proceso electoral.

La segunda vía, de renovación de la clase política por la vía electoral, ya tiene algunas manifestaciones. La renuncia de Sinibaldi y el acelerado debilitamiento del partido oficial son un primer anuncio. Actualmente la divulgación de los nombres de diputados o líderes corruptos y del extendido vicio del nepotismo ya está favoreciendo el voto ciudadano de castigo. Pero todavía falta una pieza fundamental: la reforma de la Ley electoral y de partidos políticos para abrir espacios para que se sientan representados tantos ciudadanos indignados. La mesa abierta sobre la LEPP en el Congreso es un proceso poco creíble y disperso, estrictamente controlado por diputados que ven su sobrevivencia política amenazada por las reformas de esta ley. Más creíble es el esfuerzo liderado por el Tribunal Supremo Electoral: tiene ahora un potencial papel histórico, como cuando su primer Presidente, Arturo Herbruger, aseguró elecciones limpias después de 15 años de fraudes electorales.

Le corresponde ahora al TSE articular diversas propuestas que se la han hecho, como la de la Plataforma para la Reforma del Estado. Luego le tocaría plantearle al Congreso lo que sería un proyecto ciudadano de reformas de la LEPP que abra, en las elecciones del 2015, espacios para que puedan participar líderes surgidos de entre las filas de los indignados por la corrupción. De lo contrario, las elecciones podrían ser muy violentas y los estallidos sociales aumentarán.

El Congreso puede bloquear ambas vías de renovación de la clase política: podría negarse a que Otto Pérez dejara la presidencia y evitar reformas profundas de la LEPP. Por ello hay que apretar al Congreso para que acepte la renuncia de Pérez, y apoyar al TSE ante Congreso para que éste apruebe una verdadera reforma de la LEPP y se abran espacios para renovar a la clase política. Existen perspectivas para que nazca un nuevo sistema político, pero el parto no será fácil.

fuentesknight@yahoo.com

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