SI ME PERMITE

Amarremos el año con perdón

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“Si no hemos perdonado nosotros, debemos sentencia contra nosotros, que no merecemos perdón”, Santa Teresa de Jesús.

Posiblemente sea una percepción muy personal, pero usted puede evaluar si la vida cada vez se pone más complicada y los que nos rodean son más propensos a molestarse; aun pareciera que los que sí pueden hacer algo para nosotros disfrutan haciendo las cosas más difíciles y gozan complicando procesos para alcanzar algo. Esto es muy común cuando uno llega a una ventanilla para pedir que le solucionen una dificultad.

Lo anterior nos puede traer al final de un año con un cúmulo de vivencias que en su entorno acumulan sinsabores que pueden, incluso, hasta enfermarnos. Esto nos lleva a reflexionar cuál sería el procedimiento para seguir adelante y superar toda adversidad. Lo mejor es perdonar, dejar a estas personas con el sinsabor amargo que han generado y trate de oxigenar su medio y así poder iniciar un año con la atmósfera limpia y agradable, sin tener que arrastrar vivencias que no hacen más que enfermarlo a uno.

Recordemos una ilustración histórica por encima de la confesionalidad personal, cuando el Señor Jesús estaba en la cruz sufriendo lo inexplicable. Al hablar con su padre le dijo: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”. Si reflexionamos en esta petición, los que estaban en autoridad estaban en una calamidad absoluta, ¿cómo pueden gobernar y todavía estar en un estado de ignorancia? Si fuera por la gente que estaba presenciando el hecho y por lo que decían y hacían, se refería a que no sabían de sus actos.

Prácticamente los amarró a una demencia, para que no fueran amarrados a una condenación. De un modo u otro había una actitud de tolerancia y perdón, y ¿cuántos de nosotros hemos pensado que no vivimos escenas tan catastróficas como esta?

Al llegar al final de este año admitimos que cada vida es un mundo y en él tenemos estados y situaciones que ni siquiera podemos compartir para que los que están con nosotros nos comprendan. Pero es mucho más simple o sencillo en nuestra mente y corazón amarrar un perdón, y si gusta puede simplemente estructurarlo de una manera más humana diciendo: “Posiblemente no he sido lo mejor para muchos y espero que me perdonen, pero yo también perdono a todos aquellos que en este año poco hicieron para poder vivir pacíficamente y productivamente”. Quizás nadie me escuche, pero puede infundir paz a mi mente y corazón para cuando inicie el próximo año y que no tengo que arrastrar la carga y el sinsabor de lo que significó lo que otros me han hecho.

Nosotros somos testigos de grandes reuniones y encuentros donde firman extensos protocolos para poder llegar a un acuerdo de paz, y luego de terminar todo eso la gente sigue igual o peor y nada cambia. Claro que para cambiar hay que entender que hay una acción individual que tiene que aplicarse para que ese protocolo asentado en papel tenga el efecto en la conducta y convivencia de los mortales que ocupan un espacio geográfico con todas sus particularidades e historia.

Cada uno de nosotros podemos ser agentes de paz en el círculo que pertenecemos, perdonando a la gente que de alguna manera —consciente o inconsciente— nos ha hecho daño.

Al desear lo mejor a los seres queridos para el año que se habrá de iniciar, inyectemos la paz y serenidad que tengamos para que la vida sea agradable y llevadera. Construyamos paz para vivir en paz.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.