EDITORIAL

Aprendizaje a fuerza de tragedia

La precariedad del país se confirma de manera cotidiana en hechos que se vuelven de gran impacto, por sus repercusiones. Antenoche se reportó la muerte de por lo menos cuatro personas en lo que eufemísticamente se pretende llamar vertedero sanitario, cuando no lo es ni cumple con requerimientos esenciales para recibir tal calificativo.

Es un gigantesco basurero y por ello constantemente hace sentir su presencia a millones de personas que circulan a su alrededor cuando se produce un derrumbe de desechos, que es capaz de inundar con su pestilencia varios kilómetros de la ciudad capital.

Esta vez, ese barranco de desperdicios vuelve a ser noticia, y ahora debido a una nueva tragedia, en la cual las autoridades todavía no pueden precisar con exactitud cuántas personas podrían haber quedado bajo toneladas de basura.

La incertidumbre reina porque siempre ha sido difícil conocer con mayor detalle cómo opera ese basurero, debido principalmente al hermetismo de la municipalidad capitalina, que tiene a su cargo la administración del lugar, aunque no totalmente bajo control.

Una tarea difícil, precisamente porque otra de las precariedades nacionales es que miles de personas buscan ganarse la vida escarbando entre los desechos de ese gigantesco agujero, de donde extraen objetos rescatables que a muchos les alivian el sustento diario, y por lo que, en consecuencia, son capaces de desafiar los peligros, aun a costa de su propia vida.

Esa amenaza, que hoy se convierte en una tragedia más que lamentar, podría haber cobrado la vida de al menos 24 personas, motivo suficiente para que el Ministerio Público tome en serio el caso y emprenda una profunda investigación para deducir cualquier responsabilidad penal, porque son muchas las familias que están sumidas en la angustia.

Esa investigación es procedente también porque algunos de los sobrevivientes han denunciado por distintos medios que habían advertido del peligro de un inminente derrumbe, como efectivamente ocurrió, y si eso es cierto y se puede comprobar, corresponde a las autoridades respectivas deducir las responsabilidades del caso.

Lamentablemente puede que este tampoco sea el último hecho trágico en ese lugar, porque pese a múltiples advertencias, no se han tomado las acciones para modernizar el manejo de los desechos, y hasta ahora lo único que se hace es remover y reubicar las toneladas de desperdicio, porque tampoco se sabe de otras iniciativas para su transformación, precisamente por ese hermetismo generalizado en la comuna.

Por su parte, el Centro de Estudios Urbanos y Regionales, de la Universidad de San Carlos, ha denunciado que la municipalidad capitalina no tiene la capacidad para atender ese basurero y mucho menos se puede aceptar que se pretenda llamarle relleno sanitario, porque no cumple con los requisitos.

Un estudio del BID y de Muniguate, presentado en el 2001, también había advertido de que la vida útil del basurero era escasamente de una década, y pese a ello se ha sobrepasado ese tiempo y nada cambia. Sería penoso que para lograrlo sea necesaria tanta tragedia.

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