PERSISTENCIA

Borges: el símbolo y lo simbolizado

Margarita Carrera

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La filosofía idealista platónica niega la existencia en sí y por sí de este mundo, alegando que todo cuanto en él existe no es sino un reflejo de un mundo del más allá verdadero, en donde se dan los arquetipos o ideas, los cuales sí tienen existencia en sí y por sí. En otras palabras, todo cuanto hay en el Universo no es sino sombra o imagen de aquello que se da en el otro mundo o mundo de las ideas.

Borges comulga con Platón al establecer que existen dos realidades a las que denomina el símbolo o lo simbolizado. El símbolo es la realidad primera, aquella que existe en sí y por sí, en la última instancia el símbolo es dios y los arquetipos creados por Él. Lo simbolizado es la realidad segunda, es decir, todo cuanto existe en el Universo, que viene a ser una sombra o imagen de la realidad primera que es el símbolo. De ahí que declare que detrás de la realidad simbolizada se llega a la realidad verdadera que es el símbolo. Realidad que yace en la mente de un Dios que lo abarca todo; el espíritu y la materia, la razón o la sinrazón, lo abstracto y lo concreto. De tal modo que el mundo es un juego de símbolos, en donde cada cosa significa otra cosa. Más bien debería de haber dicho: un juego de cosas simbolizadas en donde cada cosa significa otra cosa que apunta al símbolo. Y si se admite la existencia de un Dios, se podría aseverar que antes de que Él creara este mundo y todo cuanto existe, ya en su mente yacían los símbolos como arquetipos eternos.

Borges otorga, así, principalísimo poder a la metafísica o mundo del más allá de la Naturaleza, en que se sustenta la filosofía tradicional de índole socrático-platónica, sobre la que se levanta la creencia en Dios y la inmortalidad del alma. De modo que su expresión El mundo como juego de símbolos se podría tomar como un intento por replantear la filosofía idealista platónica y fortalecer la filosofía tradicional de Occidente, con su énfasis metafísico, que se empeña por negar la existencia en sí y por sí de este mundo, dándole primacía a la idea, espíritu, alma, pensamiento o razón.

Ahora bien, para comprender a Borges se ha de tener en cuenta el traslado que hace de su pensamiento filosófico de índole idealista a la literatura. Solo así se entiende cómo para él todo lo simbolizado equivale a una metáfora. De tal forma que todo cuanto existe en el Universo sería una metáfora que apuntaría a los símbolos eternos que habitan en la mente de Dios. En otras palabras, todos seríamos una metáfora o cosa simbolizada que apunta a un símbolo.

Sin abandonar su postura filosófica idealista, Borges, sin embargo, da a conocer su falta de fe en un Ser Todopoderoso, al concebir a Dios como un padre que sueña. En su cuento Las ruinas circulares plantea la existencia simbolizada o fantasmal de un varón del sueño premeditado de un hombre que desea ser padre. El vértigo invade al lector cuando conoce que también este hombre que sueña es producto del sueño de otro hombre y, así, hasta el infinito, o hasta llegar a un Dios único y eterno, algo que no supone Borges.

Asimismo, en otro de sus cuentos, Tlön, Uqbar, Orbis Tertius logra combinar su filosofía idealista con el mundo artístico y de la ciencia-ficción al acercarnos a un mundo ideal creado por la mente de un genio. En este cuento se afirma que “el visible universo era una ilusión (más precisamente) un sofisma (…)”, sofisma que sería, a su vez, una metáfora. Por eso, “Los metafísicos de Tlón no buscan la verdad, ni siquiera la verosimilitud: buscan el asombro. Juzgan que la metafísica es una rama de la fantástica. Saben que un sistema no es otra cosa que la subordinación de todos los aspectos del Universo o uno cualquiera de ellos (…)”. Oscuro y tendencioso, Borges busca burlarse de su creencia idealista al hacer de la metafísica una rama de la literatura fantástica, la cual, de manera insólita, encerraría los símbolos o entes en sí, esto es los arquetipos o ideas.

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