ECLIPSE

Calidad de vida

Ileana Alamilla

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Hay problemas que son vitales, pero de poca atención efectiva por parte del Estado, tales como el acceso a la salud y la educación, las condiciones de una vida digna, el trabajo decente y la vivienda. El papa Francisco lo recordó en su intervención en Naciones Unidas, al referirse a la cultura del descarte de los excluidos, de todas esas personas a las que se les violan sus derechos y a la apremiante necesidad de la resolución de las necesidades del ser humano: techo, trabajo y tierra.

Para alcanzar esos satisfactores la gente necesita de ingresos, los que para las mayorías solo pueden obtenerse por la vía del empleo, o sea el trabajo realizado, sea este en relación de dependencia o por cuenta propia.

La población asalariada en el país representa poco menos de dos tercios de la población ocupada. El resto está integrado mayoritariamente por los trabajadores por cuenta propia, tanto agrícolas como no agrícolas, los patronos, empleadores y los trabajadores no remunerados, señala el documento Ingresos Salariales de Asíes. Hay que agregar algo que no dice ese informe y es que la población rural continúa siendo básicamente campesina de infra, subsistencia o escasamente excedentaria.

En dicho estudio se evidencia la desigualdad en relación con los salarios, especialmente los asalariados rurales, cuyo ingreso es por lo menos la mitad del que perciben los trabajadores del área urbana, situación que se agrava en el caso de los indígenas, particularmente dramática entre las mujeres.

Aunque se intente encubrir, es una realidad irrefutable que en el área rural la población no goza de los derechos de la igualdad y no discriminación que la Constitución de la República consagra; y en el caso de las mujeres, esa garantía, además de ser una formalidad, es una verdadera ironía, pues hay lugares donde el 80% de féminas que trabajan no son remuneradas y el 70% no tienen acceso a trabajos dignos.

Ni la Carta Magna, ni las Declaraciones de la OIT, ni los Pactos y Convenios internacionales ratificados por Guatemala, son respetados o cumplidos a cabalidad.

Según el citado estudio, la agricultura es la actividad económica que absorbe el mayor número de trabajadores, pero los asalariados agrícolas son los que tienen el promedio salarial más bajo. Y casi tres cuartas partes de los asalariados perciben en promedio un ingreso mensual igual o menor al mínimo y más de la mitad recibe menos de Q2 mil, mientras que menos del 1% de los trabajadores asalariados tienen ingresos superiores a Q15 mil.

Esta es alguna de las razones de las condiciones deplorables en que se encuentra gran cantidad de familias, sobre todo tomando en cuenta que la canasta básica es de Q5 mil 700. ¿Quiénes pueden satisfacerla completamente?

El salario mínimo agrícola y no agrícola en 2014 se fijó en Q2 mil 530.34. Con esos bajos ingresos, no puede pensarse en gozar de calidad de vida.

iliaalamilla@gmail.com

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