PERSISTENCIA

Ciencia ficción, utopía y pasión

Margarita Carrera

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La historia de la humanidad no es sino un simple relato de poderes y fronteras en donde se suceden, unos tras otros, los asesinatos (o guerras) que muestran, en catástrofe, la crueldad y ambición del hombre.

Sin duda alguna, el “principio del placer”, recrudecido por la represión, es una de las causas fundantes por la cual el humano ha logrado, de manera increíble, convertir el planeta Tierra en un intermitente infierno a través de los siglos.

Se tiene la costumbre de situar la historia en un tiempo pasado. Esto, si bien verídico, limita su campo. Puede ser también presente y futuro.

En este último tiempo es donde se levanta el signo de la “literatura ciencia-ficción”, que viene a constituir otro de los capítulos de la historia. Se le podría llamar “fantástica”, pero su acercamiento a la realidad es tal, que semejante término no le acomodaría.

Otra costumbre, que pronto será obsoleta, es la de situar la historia en el planeta Tierra. El hombre, con todo y su necio narcisismo, ya ha emprendido sus primeros saltos a la Luna. El Universo, polivalente e infinitamente complejo, le ha demostrado que la Tierra es tan solo uno de los millones de planetas existentes.

La “ciencia ficción” se constituye no solo en historia de un futuro, sino trasciende el limitado espacio de la Tierra.

La historia, de este modo, a través de la literatura ciencia ficción”, trasciende el tiempo y el espacio en los cuales ha sido enmarcada.

Otro capítulo de la historia, íntimamente unido a la “ciencia ficción”, sería el de la “literatura utópica”. Esta tiene su base en la teoría “neoténica” de la biología actual, sostenida por L. Bolk, quien afirma que, en el desarrollo biológico del hombre, comparado al de los otros primates, se da una retardación o fetalización, o lo que es lo mismo, un nacimiento antes de término. Si a esto se agrega la acción neurotizante y civilizadora de la cultura, de acuerdo con Freud, comprenderemos por qué el humano anda siempre en pos de un claustro materno.

De ahí su “facultad utópica” o capacidad imaginativa de crear, en su mente, mundos mejores, mundos felices, que suplan el cálido y protector vientre materno.

De acuerdo con E. L. Revol. (“Metamorfosis de utopía”) “…si entendemos por “facultad utópica” cierta singular capacidad humana para satisfacer simbólicamente-imaginativamente el anhelo por evadirse de las limitaciones corporales, locales, epocales, etcétera, se hace bastante fácil entender que dicha facultad es la responsable de cada elaboración cultural, de toda organización social.

Entonces se puede llegar a concebir la historia humana como una concatenación de utopías más o menos logradas…” De tal forma que a partir de Platón “…se fomentará racionalmente la facultad utópica y, con el tiempo, las utopías propiamente dichas quedarán constituidas en subgénero literario ¿o filosófico?…

Por último, en la naturaleza del denominado hecho histórico no se ha tomado en cuenta la pasión.

En uno de mis ensayos “Historia y pasión”, hago notar que los historiadores, en su mayoría, han descartado el elemento pasión como hecho fundamental de cambio en la sociedad.

¿Y qué es, si no la pasión, la que mueve el mundo? Y no solo las pasiones ya catalogadas, como la de Julio César, Napoleón o Hitler en sus desmedidas ambiciones de poder y de fronteras, sino aquellas pasiones recónditas, escondidas en lo pequeño y cotidiano.

Las pasiones de cada individuo, inmerso en un contexto social asfixiante, que le impide uno de sus mayores goces: la plenitud y libertad en su vida sexual, que contraviene la moral surgida de una cultura represora y deshumanizada. Situación que lo hace desviar “eros” a thanatos”: de la falta de amor se acude a la violencia.

Pero así como “literatura ciencia ficción” está unida a la “utopía”, esta última se halla estrechamente ligada a la pasión.

margaritacarrera1@gmail.com
 

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