EDITORIAL

Cuando la realidad ahoga al discurso

Hasta ahora un buen grupo de ciudadanos todavía guardaba cierta esperanza de que la vieja política no fuera parte fundamental del actual gobierno y su representación legislativa, que ni siquiera han cumplido un mes en los cargos y han dado mucho de qué hablar, por las acostumbradas prácticas que han nublado el quehacer de supuestas nuevas caras.

De hecho, una de esas expectativas se quebró ayer cuando nueve diputados tránsfugas, que se habían declarado independientes, completaron su tráfico de votos al sumarse a la bancada del oficialista partido FCN-Nación, que con esta desbandada se desenmascara, exhibe los clásicos signos de marrullería y se une a la fila de agrupaciones en las cuales los votantes habían cifrado alguna posibilidad de cambio respecto de lo que ellos mismos criticaron en la campaña.

Queda claro que ese discurso se ve superado por los hechos, lo cual trae a colación la famosa afirmación de que la realidad siempre supera a la ficción, por no decir que cuando se es candidato o en la euforia del triunfo se puede ofrecer cualquier cosa.

Pero para que de lo verbal se pase a la concreción de metas e ideales hace falta mucho más que histrionismo: se necesita un liderazgo moral fuerte que tenga la valentía de señalar a lo interno la inconveniencia de transar, a cambio de cierta cuota de poder adicional, para desdibujar la característica que le valió a FCN-Nación estar por encima de otras ofertas.

Es previsible que el panorama para dicha organización política se complique de cara a sus electores y pierda credibilidad frente a la opinión pública, porque para ganar supuestos aliados justo después de que el Congreso ha reformado la Ley de Régimen Interno, para combatir el transfuguismo, se ha rebajado a aceptar a los diputados más impresentables del Parlamento, incluyendo a Juan Manuel Giordano, que ostenta la nada honrosa cifra de seis cambios de bancada.

La única posibilidad de que el presidente Jimmy Morales salga éticamente exento de esta jugarreta es que sea totalmente ajeno a este masivo consentimiento al transfuguismo; no obstante, políticamente ya el golpe está dado y se puede leer que existe una profunda escisión en el oficialismo y que se conduce con un doble discurso.

También puede ser que el mandatario no tenga ningún peso en las decisiones de la organización que le sirvió de vehículo para llegar a la Presidencia, la cual, en sus primeros días de campaña, no tenía más expectativa que obtener unas cuantas diputaciones.

Esta repentina mudanza de politiqueros es prácticamente una burla a la recién aprobada normativa interna que penaliza cambiarse de partido, que si bien recibió apoyo de una mayoría de congresistas, dejó abierto un plazo que sirve para este tipo de negociaciones.

Respecto de las motivaciones de los nuevos diputados oficialistas, hay pocas novedades posibles: ofertas de influencia en designación de gobernadores, en asignación o ejecución de obras y, la más burda de todas y que pululó en la legislatura anterior: la tentación en metálico.

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