CABLE A TIERRA

¿De verdad fui presidente?

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Al presidente Maldonado Aguirre le quedan entre 12 y 14 semanas efectivas para hacer algo por el país. El sábado que viene cumple ya su primer mes en el cargo y está todavía en el proceso de completar su gabinete; no ha habido tampoco un pronunciamiento público respecto a cuál es su agenda de gobierno. Cuando menos sienta, estará entregando la banda presidencial y preguntándose: ¿de verdad fui presidente?

Para muchos, el 14 de enero puede verse como algo todavía lejano. Sin embargo, en términos de gestión pública, los tiempos siempre corren más rápido y están marcados por procesos impostergables. Es el último cuatrimestre de la ejecución presupuestaria. El hito hacia el cual se comienza a ver es el cierre anual de cuentas, que se efectúa generalmente a mediados de diciembre. Luego de este, la actividad se reduce inevitablemente por las fiestas navideñas. Estoy segura de que ni la crisis de Estado que vivimos cambiará la prioridad que damos al receso de fin de año.

Irónicamente, a su breve gobierno le ha tocado comprometerse ante las Naciones Unidas con cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el 2030. Posiblemente, este será el hecho sustantivo por el cual será mejor recordado. Su oportunidad de legado radica entonces en concentrarse en que estas 12 semanas no se conviertan en otras 12 semanas perdidas. Ello exige un actuar muy estratégico y pragmático. Sabemos que no la tiene fácil; tampoco se le piden milagros. Por esa razón me permito sugerirle enfocarse en tres ejes de trabajo:

El primero es dar un vigoroso impulso a la lucha anticorrupción dentro del Organismo Ejecutivo. La SAT no es el único enclave donde esta tuvo lugar. Hay mucho que se puede hacer desde adentro para identificar y atajar la corrupción, formular nuevas reglas, fortalecer los mecanismos de control y depurar las instituciones de la gente que solo se sigue aprovechando de sus contratos para beneficio personal; no se requieren grandes sumas de recursos. Requiere voluntad y acción inmediata. Por ejemplo, con solo que depure la nómina del subgrupo 18 en cada Ministerio, Secretaría y Fondo, dejaría un mejor arranque al gobierno que asuma en el 2016.

El segundo tiene que ver con restablecer a la brevedad el funcionamiento mínimo de las entidades clave de la gestión pública (SAT, Minfín, Onsec), y de aquellas que prestan servicios directos a la población más vulnerable (MSPAS, Mineduc, Mingob). Siendo que la escasez de recursos es mayúscula, inevitablemente tendrá que priorizar también por ámbitos o funciones estratégicas dentro de cada una de estas entidades. No tenga miramiento en congelar programas o iniciativas que absorben recursos, pero no entregan bienes y servicios directos a la población, o que solo sirven como instrumentos del clientelismo electoral con vistas al 25 de octubre. Finalmente, aunque es en extremo delicado, por el hecho de que su hijo es el secretario ejecutivo, la otra entidad a la que toca dar prioridad en este período es a la Conred. Estamos en plena época de lluvia y los desastres cobrarán aún más vidas si no se atienden las contingencias debidamente.

El tercer eje es asegurar que el nuevo gobierno recibe el mejor análisis de situación posible de cómo encontrará el Ejecutivo. Esta labor diagnóstica, bien hecha, le ahorrará tiempo valioso en el arranque y permitirá tener un claro punto de partida para que la ciudadanía sepa qué esperar de la nueva administración.

Por favor, no llegue al 14 de enero entregando un país en las mismas condiciones en que lo encontró.

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