CON NOMBRE PROPIO

Defensa del juez

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Toda corrupción debe ser sancionada, pero la corrupción judicial es la más compleja, la más difícil de erradicar y sobre todo la más dañina; por ella los corruptos (públicos y privados) salen sin castigo y consiguen impunidad.

Un juez corrupto destruye lo que diez buenos hacen. Ese juez corrupto no tiembla ante meter a la cárcel a un inocente o liberar a un culpable; despoja de bienes, separa familias o legitima despidos. Lucra con su misión. Su fin es el poder o el dinero. Jueces señalados por sus pares como verdaderos trinqueteros siguen en su despacho y continúan, a pesar de las decenas de quejas y denuncias en su contra, con total impunidad, firmando “sentencias” u “órdenes de ejecución de medidas cautelares”.

El Organismo Judicial es la única institución estatal que desde dentro, liderado por jueces de carrera, promueve esfuerzos para depurarse a sí mismo. Un esfuerzo similar no se conoce en el Ejecutivo y ni pensarlo en el asqueroso Congreso. Si queremos un país vivible, la corrupción judicial debe ser desde todos los ángulos combatida, pero para eso hay que garantizar a los jueces probos y eficientes las herramientas que requieren para realizar de forma justa y recta su trabajo.

Ante tanto candidato señalado (para la Presidencia, el Congreso o el municipio), o mejor dicho bañado por hechos de corrupción, su principal misión “al obtener el triunfo electoral” será asegurar que no se anime ningún juez a tocarle un pelo.

Mucho se habla de la corrupción por parte de quienes están en campaña, pero de seguro enfilarán sus baterías para combatir el buen juez. Los corruptos y ladrones, es cierto, están preocupados por lo que ha hecho la Cicig y el MP hasta ahora, pero una fiera herida ataca con más ganas. Después del 6 de septiembre, los asaltantes del erario público se dirán “legitimados por el apoyo popular” y tendrán como único enemigo a la buena gente que ocupa posiciones claves dentro del Organismo Judicial.

Jueces que han demostrado su honradez y que son, bien hay que decirlo, incorruptibles, están inquietos frente a lo que se viene después del 6 de septiembre, en donde, de nuevo, con más ganas la mafia organizada en algunos partidos moverá influencias para conseguir favores.

Por supuesto, están también algunos jueces felices. Saben que después del 6 tendrán más tranquilidad y “los molestarán menos”. Algunos verdaderos delincuentes serán “electos” en distintos cargos y preocupémonos porque su primera tarea será destruir lo mejor que tiene el Organismo Judicial. Esto sin lugar a dudas.

El silencio cómplice del Colegio de Abogados frente a las trasgresiones a la Ley Electoral debe preocuparnos. Si en estos momentos está en pausa, poco aportará cuando el ataque irrumpa. Jueces con el pecado de haber creído en el Derecho serán el blanco. En esto deberíamos ponernos de acuerdo, debemos defendernos, sin importar nuestra ideología, de la avalancha que se viene.

ESCRITO POR:

Alejandro Balsells Conde

Abogado y notario, egresado de la Universidad Rafael Landívar y catedrático de Derecho Constitucional en dicha casa de estudios. Ha sido consultor de entidades nacionales e internacionales, y ejerce el derecho.