EDITORIAL

Depuración por la vía del voto

Ante la negativa de los políticos de respaldar las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, a la población todavía la queda en sus manos la más poderosa arma para emprender una depuración del sistema, principalmente del Congreso, que es donde se concentra la resistencia a la transformación de la República, pues numerosos diputados se han convertido en guardianes de oscuros intereses, por lo que ellos y sus agrupaciones merecen un fuerte voto de castigo.

Pocas son las personas que tienen la plena certeza de lo que vale su voto y una fuerte evidencia de la pieza de oro que tienen en sus manos es que los políticos invierten millones de quetzales malhabidos para convencerlos de que les concedan el favor de llevarlos al poder. A todas luces, el azaroso pero a fin de cuentas vigente proceso electoral constituye una excelente oportunidad para generar un cambio, asumir una actitud de compromiso con la patria y ejercer un sufragio consciente, responsable, crítico.

Un primer criterio para asumir esa responsabilidad histórica empieza por no votar por quienes han violado repetidamente la ley y con ello también la institucionalidad, pretendiendo llegar al poder a base de millonadas, acarreo y promesas espurias, una actitud que merece ser castigada en las urnas, toda vez que el propio Tribunal Supremo Electoral no se ha hecho respetar en cuanto a aplicar la ley a organizaciones que ya sobrepasaron su límite de gasto y han socavado su imagen.

A la vez, este gasto tan displicente de ciertos partidos solo evidencia los inescrupulosos compromisos que adquieren con poderosos intereses, nacionales o extranjeros, a los cuales posteriormente se les paga mediante contratos dudosos y otro tipo de prebendas que tanto daño han hecho a la democracia y al desarrollo del país. Todo esto redunda en un enorme perjuicio para al sociedad, pues cuando sus representantes carecen de moral y, por el contrario, son dominados por la ambición, cualquier cosa puede ocurrir, pero nada será bueno para el país.

Por ello es que el voto ciudadano puede golpear donde más les duele a los políticos y hacerlos fracasar en su intento por cooptar el Congreso, que en los últimos años ha sido una fuente de pestilencia y tráfico de influencias. Los representantes distritales no velan más que por sus propios bolsillos y sus adláteres, y prueba de ello son los antejuicios contra varios diputados señalados de cobrar comisiones por obras o de efectuar negocios a costa del erario en comunas y gobernaciones, mientras que iniciativas importantes permanecen engavetadas.

Si los magistrados del TSE, que comenzaron con buen pie, se amilanan ahora, queda en manos de los ciudadanos responsables, que son numerosos, enderezar este proceso y demostrarles que el poder soberano verdaderamente radica en el pueblo.

Ante ese panorama, lo menos que se espera de los ciudadanos es que su voto se convierta en la mejor herramienta para la depuración de un sistema que está corrompido hasta el tuétano, y eso puede empezar a cambiar el próximo 6 de septiembre.

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