DE MIS NOTAS

Desacuerdos de paz

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El expresidente Álvaro Uribe es un hombre admirado y odiado, depende del lado, el sector y el prisma ideológico a través del cual se le vea. Pero nadie puede negar que hay una Colombia “pre y post” Uribe.

Desde que saltó a la palestra pública, Uribe cambió a Colombia para siempre. Como alcalde de Medellín, después en el Senado y luego como el primer presidente colombiano en ser electo y reelecto con mayoría absoluta.

Es raro el colombiano que no aprecie el carácter y visión de este hombre menudo, de voz pausada, gafas caídas y acento antiqueño, por haber enfrentado a los poderes fácticos más poderosos del planeta y en uno de los períodos más nefastos de la historia de Colombia. Momentos que algunos parecen haber olvidado en la Colombia de hoy, en total contraste con aquella época totalmente diferente, de endémica conflictividad e inestabilidad causada por los atentados terroristas, los secuestros y los poderosos carteles narcotraficantes.

Desde hace algunos días, Uribe está llamando a los colombianos a la resistencia civil por la forma en que se lleva la negociación de la paz en La Habana. “Es la impunidad la que está negociándose —declaró: “En los últimos tres años se han incrementado los grupos violentos en Colombia. Las FARC tenían 6,800 miembros; ahora tienen más de 17 mil. El ELN estaba casi desarticulado, hoy tiene mucha capacidad criminal. Las bandas criminales se han multiplicado por cinco. Los cultivos ilícitos habían bajado en 2010 a 60 mil hectáreas, hace tres años, a 43 mil; hoy están en 159 mil. El acuerdo tiene impunidad abierta, pues asocian el narcotráfico al delito político y lo consideran como delito conexo. Esto implica que el cartel de cocaína más grande del mundo no tendrá cárcel ni extradición, pero les darán legitimidad política. A las FARC, el tercer grupo terrorista más rico del mundo, no se le exige dinero para reparar a las víctimas. A las Fuerzas Armadas de Colombia, que son las fuerzas armadas de la democracia, las igualan a las FARC y las ponen como actor político igual al terrorismo. A los comandantes militares los ponen en el mismo nivel que los cabecillas del terrorismo. Las fuerzas armadas tendrán que someterse a la justicia transicional de jueces en cuya designación participarán indirectamente las FARC”.

A la pregunta del entrevistador del porqué esperar hasta este momento para oponerse a la firma de la paz, y si el principal mecanismo de resistencia civil no sería el plebiscito, Uribe fue enfático: “Nosotros hemos venido denunciando punto por punto sus riesgos desde que se reunió el presidente Santos en La Habana. Nos hemos reunido con el Gobierno, con Kofi Anam, con funcionarios de Estados Unidos, y no se nos ha escuchado.”

“En cuanto al plebiscito —continúa Uribe—, nosotros hemos preguntado ¿por qué el Gobierno redujo el umbral de la aprobación del plebiscito a 13 por ciento? Nosotros propusimos 20 por ciento. También propusimos que no fuera una sola pregunta, sino varias, porque hay muchos temas. Todos decimos sí a la paz, pero no a la impunidad. El Gobierno dice: “No hay sino una pregunta: “los que quieran la paz tienen que votar por el sí, los que voten por el no, quieren la guerra.” ¡Por favor..! esa no es la manera de conducir asuntos tan importantes para la vida de la Nación. Todo esto: El plebiscito, las reformas constitucionales, las facultades omnímodas al presidente, constituyen lo que nosotros llamamos el golpe de Estado a la democracia y la entrega del país a las FARC; y por eso estamos llamando a la resistencia civil.” /Entrevista completa: https://www.youtube.com/watch?v=NMOhXk4vbgw.

Yo opino que Uribe tiene toda la razón. ¿Y usted?

alfredkalt@gmail.com

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.

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