EDITORIAL

Desatinos en la búsqueda de apoyo

Cada jugada del presidente Jimmy Morales parece estar diseñada por los más torpes estrategas y peor ejecutada por alguien que desde la ingenuidad pasó al descaro, como sucedió el pasado domingo, durante un acto muy parecido a un mitin en el que fue preparado un escenario con una audiencia adecuada, pero como suele suceder últimamente, no todo terminó como se esperaba.

Un participante, el ganadero Édgar Leonel Castañeda, exdiputado de la UNE y de Líder, entre otras imprudencias exhortó al mandatario a destituir al actual jefe de la Superintendencia de Administración Tributaria, lo cual provocó la inmediata respuesta del aludido, quien afirmó que viniendo de ese sector lo consideraba un elogio, por ser este uno de los grupos que se encuentran entre los mayores evasores de impuestos.

El presidente también incurrió en la imprudencia de criticar a la exministra de Salud, Lucrecia Hernández Mack, y pedirle que diera la cara ante un eventual desabastecimiento de insumos médicos, a lo que la aludida de inmediato respondió, con razón, que es al mandatario a quien le corresponde hacerlo.

Si de verdad Morales se resiste a pararse frente a periodistas y hablar largo y tendido sobre los últimos acontecimientos en torno a su polémica gestión, lo mejor es que tampoco permita la orquestación de reuniones preparadas para ponerlo frente a un “paraíso”.

Lo más lamentable de lo que está ocurriendo en Guatemala es que el mandatario parece encabezar el pelotón de quienes se resisten a ver la gravedad de la crisis por la que atraviesa el país, y lejos de buscar soluciones profundizan las diferencias y hasta se observan perversas intenciones de promover esa polarización, lo cual les pasará una factura de alto costo.

La actitud en la que incurre el equipo de comunicación del Gobierno, o de quienes dirigen desde bambalinas esa campaña, ha llegado a extremos intolerables de manipular encuentros del mandatario para supuestamente exponer muestras de apoyo a su gestión, lo cual es preocupante y malintencionado.

También parece existir una obstinación en los asesores del gobernante para no ver que la crisis se reduce a percibir esfuerzos genuinos en el combate de la corrupción y que el presidente no es la figura más idónea para encabezar esa lucha porque ha perdido credibilidad y su situación empeora cuando busca la simpatía de sectores desde los cuales de inmediato surgen posturas opuestas a las de la propaganda oficial.

Debe entender que la corrupción es un enorme valladar para el desarrollo de naciones como esta, y a ello se debe que el Departamento de Estado de EE. UU. impulse el fortalecimiento de la justicia y la independencia de las fiscalías de los países del Triángulo Norte.

Estas naciones se caracterizan por tener la mayor debilidad institucional de Centroamérica, condiciones que facilitan la corrupción y abren la posibilidad de ablandar los controles sobre otras expresiones criminales, como narcotráfico, trata de personas y una desbordada emigración, todo lo cual nos pone en el ojo del huracán.

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