Permanente reto para el Estado

Guatemala libra varias batallas en diferentes frentes, unas más agobiantes que otras, aunque algunas de ellas son tan poderosas que invisibilizan los avances o retrocesos que se producen en otras áreas de la vida nacional. Al respecto vale recordar qué problemas impactan de manera perversa en contra de cualquier avance: la violencia y la corrupción, esta última que ha tenido devastadores efectos en lo económico-financiero y en lo político.

Solo en lo social, el país presenta rezagos que evidencian la indolencia con que los gobernantes asumen algunos retos. En los últimos 25 años se implementaron controles acerca de algunos avances, principalmente en aquellos relacionados con el desarrollo de la niñez, que es donde más se evidencian los estancamientos o avances, estos últimos que resultan insuficientes para cumplir compromisos con organismos internacionales, como los acordados en las metas del milenio en el 2000.

Ante ese virtual fracaso gubernamental, hoy se plantean nuevos desafíos a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, para tratar de que el país deje de mostrar avances insuficientes para proteger a su niñez. Esto último debe reenmarcarse porque toda la estructura del Estado evidencia que quienes dirigen las principales políticas públicas no tienen entre sus prioridades el desarrollo de ese importante segmento de la población; de lo contrario, nuestro país no se ubicaría entre los que registran menos inversión.

En el último informe presentado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, se señalan cálculos que ubican en 6.3 millones a la población guatemalteca comprendida entre los 0 y 14 años, lo que equivale a más de la tercera parte de los habitantes del país. De esa cifra también se estima que 49.8% de la niñez afronta desnutrición, y en la mayoría de los casos esta se ha convertido en un padecimiento crónico, que ni siquiera programas específicos como Hambre Cero han logrado disminuir, porque su ejecución está muy distorsionada.

Este programa, que era uno de los planes insignias del defenestrado gobierno patriotista, empezó a dar muestras de flaqueza a mitad de esa administración y poco a poco fue perdiendo cobertura, como ha ocurrido con muchos otros proyectos que terminaron dando resultados poco esperados. Esto porque Guatemala ha ratificado compromisos internacionales para el cumplimiento de ciertas metas que tampoco se alcanzan, por lo que los representantes de esas instituciones se refieren en términos comedidos a decir que hay avances pero que estos son insuficientes.

Lo cierto es que la realidad de las cifras presentadas en el informe de Unicef deja pocas dudas de esos magros logros. Menos niños se han inscrito en las escuelas en los últimos años, creció la cifra de menores migrantes no acompañados, han aumentado la violencia y el abuso infantil, y por lo menos el 66 por ciento de los niños vive en pobreza o con altos índices de escasez. Un panorama poco alentador en términos de consecución de metas de desarrollo, pero que puede servir de acicate para el próximo gobierno.

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