Empresarios y plan del Triángulo Norte

El Plan, propuesto por Guatemala, El Salvador y Honduras para cambiar la lacerante pobreza regional  que motiva la migración ilegal hacia  Estados Unidos, es una novedosa fórmula para controlar un problema de seguridad regional, presentado desde un ángulo no represivo, con lo cual se pueden terminar las condiciones que causan ese doloroso fenómeno social, político y, sobre todo, humano.

Depende  esta iniciativa regional de que el Senado y Congreso estadounidenses aprueben  el presupuesto pedido para esta y otras iniciativas por el presidente Barack Obama. Sin embargo, y como lo dijo el embajador colombiano en Washington, Luis Carlos Villegas, invitado al acto,  propuestas como el Plan Colombia —de concepto parecido al del Triángulo Norte— no pueden estar sujetas totalmente a la  ayuda internacional, sino deberán ser las propias naciones las que garanticen su éxito.

Obvio resulta pensar en varias necesidades ineludibles en nuestro medio. Deberá mejorarse la recaudación tributaria y terminar la corrupción para que el Gobierno pueda iniciar con componentes de racionalidad sumamente importantes. Pero a la vez  deberá existir una fortalecida y eficaz cultura de transparencia para que un proyecto de esta magnitud sea confiable y no provoque el rechazo de quienes ven, con o sin razón justificable y comprobable, un riesgo de corrupción detrás de cada centavo asignado a inversión pública.

En este punto de la transparencia hay mucha tela por cortar. Tanto deben ser vigilados meticulosamente los funcionarios como los ciudadanos, pues hay corruptores y corruptos a quienes identificar, perseguir y castigar si queremos que el país avance.  Al mismo tiempo debemos estar claros como nación que no es evitando la crítica a la corrupción y a conductas indebidas  la manera para justificar el no actuar en un tema tan complejo y doloroso como el de la pobreza que quiere combatir esta alianza.

Urge  poner en marcha el desarrollo nacional. Haber seleccionado  los 51 municipios donde se encuentra la mayoría de quienes viven en pobreza extrema del país y cuna de muchos migrantes, ya es un paso adelante.  Amerita un esfuerzo multisectorial, no solo del Gobierno, para enfrentar exitosamente el problema que más nos duele, y ese esfuerzo se debe poner en marcha, con o sin financiamiento de Washington.

En caso de que la propuesta de los mil millones de Estados Unidos para la región reciba apoyo y se materialice, es obligación de los guatemaltecos contribuir de manera sustancial para que se pueda avanzar en este desafío, el mayor de esta generación, como dijo el empresario Felipe Bosch. Pero si esos dólares no vienen, el reto no desaparece y hay que enfrentarlo ahora que se ha definido con claridad.