La educación es cosa de equipo

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cuando hay que inscribir a un alumno, hay casos que no se sabe quién debe firmar el contrato o quién debe hacer los pagos y otros detalles que hace muy cuestionable si es educación o bien es el endosar al estudiante a otro para que yo no tenga que hacer lo mío. Porque hasta hay “derechos del niño” que tienen que participar para despejar la irresponsabilidad de alguien que no supo o no quiso hacer lo que le tocaba.

Poco vale la calidad de la institución, el coeficiente intelectual del estudiante y todo lo demás si cada participante no hace lo que le corresponde. Qué se puede hacer cuando un estudiante que tiene sus padres (con todas sus facultades) pero cuando se le pregunta algo respecto de lo que hay que resolver, sus respuestas coinciden con el perfil de un estudiante huérfano. El hecho de que los padres respiren no indica que están haciendo su parte. Esto es lo mismo cuando al portero le anotan un gol, la respuesta de este es muy determinante, la responsabilidad que tiene en el juego en relación con los demás jugadores. No implica que no le puedan anotar el gol, pero su actitud, su reacción y sus palabras dicen mucho.

Si nosotros queremos iniciar un año con una educación que al final del periodo académico contemos con los mejores resultados y que sean alentadores, cada uno debería involucrarse responsablemente y sabiamente a lo largo de todo el año. Los maestros no pueden hacer de padres de familia y mucho menos a la inversa.

Las instituciones educativas tendrán que tomar la seriedad de la formación académica sin atajos ni gratificaciones que perjudiquen al educando en el futuro. Las leyes deben aplicarse, no para favorecer las emociones del alumno, sino favorecer la formación, sabiendo que hay un perfil que cumplir para no lamentar futuros fracasos. Muchas veces hemos sido testigos de cómo instituciones, padres o alumnos invocan la ley para tomar ventaja a sus intereses, no para mejorar la formación del estudiante.

Si este año las normas y reglas para la educación de cada estudiante se alejan de gustos y sentimientos, la formación será efectiva y funcional para el resto de la vida de este. No implica que sea inhumana, estamos hablando de prioridad y no de simplemente satisfacer los gustos. Somos testigos de muchos que cuando estudiantes no eran las personas más gratificadas, pero en el desempeño para su trabajo y profesión llegaron a ser los más exitosos y más destacados en el lugar que ocuparon.

De la misma manera que el que compite para ganar y trabaja para llegar a la paga, debemos todos nosotros y cada uno competir por la responsabilidad que tiene acompañar al estudiante al éxito y premio por lo que está estudiando. Por favor, enfrentemos nuestro deber con seriedad para con aquellos que tal vez no son conscientes de lo que la educación implica y conlleva.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.