SI ME PERMITE

El ayer y mañana del trabajo

|

“La recompensa del trabajo bien hecho es la oportunidad de hacer más trabajo bien hecho”. Jonás Edward Salk

Desde cuando tomamos conciencia de la necesidad de trabajar o bien cuando tenemos la oportunidad de trabajar, siempre hay una relación con el ayer y lo que este nos enseñó y con un mañana de retos y desafíos que se nos ofrecen. Y en ningún momento podemos ignorar estos desafíos.

No son extraños los que piensan cuándo podrán poner fin al trabajo. Esto tiene sentido cuando queremos terminar la jornada o terminar un trabajo para entregarlo, pero en ningún momento tiene sentido el simple hecho de dejar trabajar. No podemos ignorar que desde el día que se empieza a trabajar, no importando bajo qué relación o excusa, iniciamos un proceso formativo que cuando se entiende bien, termina definiendo nuestra capacidad, personalidad y habilidad, la cual se reflejará el resto de la vida.

Es común que nos pregunten cuánto llevamos trabajando en lo que nos ocupa hoy, y si bien en la respuesta no lo decimos, pero somos conscientes de que no es igual el día que iniciamos que hoy; y en muchos casos hay quienes han vivido un extenso peregrinaje de ocupaciones para poder llegar a lo que les ocupa ahora.

Si analizamos lo anterior detenidamente, debemos admitir que el proceso del trabajo no deja de ser un proceso educativo también. Aún sin la mínima reflexión sabemos que, si bien llevamos haciendo lo mismo por años, lo que el trabajo nos ha enseñado nos da cierta autoridad y capacidad, ya que tenemos la destreza de ver cosas que al inicio ignorábamos. Ya sea desde el trabajo más rutinario hasta el que requiere mayor destreza.

Cuántos de nosotros hemos tenido que ir a un negocio buscando algo y notamos que la persona que muy amablemente nos atiende refleja cierta actitud y conocimiento sobre lo que buscamos. Esto determina si la próxima vez regresaremos con la misma persona o lo evitamos, o incluso sin que nadie nos lo pida terminamos recomendándolo con los nuestros por el servicio que hemos recibido.

Personalmente muchas veces hemos contratado algún servicio, simplemente para probar si la persona tiene la actitud y capacidad adecuada para hacer el trabajo y, dependiendo de ello, proseguimos en las próximas etapas con esa misma persona. Para un ejemplo muy común: un trabajo de albañilería en el que, si estamos satisfechos, entonces la persona termina construyéndonos toda una casa. Y todo empezó por la simple necesidad de arreglar algo que estaba en mal estado.

Claro está que uno nunca sabe si está siendo probado si realmente es todo lo que necesitan de nosotros. Pero si cultiváramos la mentalidad de que lo que hoy hacemos se debe a algo que ayer hicimos bien y que abrió la puerta para hoy, entonces lo que hacemos hoy sin duda será la carta de presentación para el mañana.

A la verdad, en nuestra sociedad y también en el mundo entero hay muchos que están sin un trabajo digno para poder llevar el sustento a su casa, pero también es legítimo analizar cuál fue el último trabajo que tuvieron y de qué manera esta experiencia les abrió o cerró otras puertas.

Podemos emitir leyes y decretos para favorecer la creación de oportunidades de trabajo y que sin lugar a dudas son importantes para no ser una sociedad llena de injusticias, pero sabiendo ello, con más razón nuestro trabajo diario de hoy debe ser la carta de presentación para el trabajo de mañana.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.