ENCRUCIJADA

El debate político

Juan Alberto Fuentes Knight

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Roberto Ardón acaba de presentar un ameno libro titulado Los debates políticos en Guatemala. El mensaje principal es: hace falta debatir más, con mayor seriedad y profundidad, sin miedo a las diferencias ideológicas. Hay también un mensaje indirecto: los debates políticos pasados, analizados en el libro y correspondiente a los años de 1970 (entre Manuel Colom Argueta y Alejandro Maldonado Aguirre), los años de 1980 (entre Trinidad Uclés y Francisco Villagrán Kramer) y los años de 1990 (entre Jorge Serrano y Vinicio Cerezo), eran más profundos que los actuales.

Parte del numeroso público presente durante la entrega del libro tenía cierta nostalgia por esos debates pasados. Quizás es irónico, porque aun cuando los diálogos puedan haber sido mejores, la tolerancia de los sectores con mayor poder no lo era: lo más común era descalificar como “comunista” a cualquier crítico de izquierda o centro izquierda, o incluso a alguien con una visión liberal o religiosa con conciencia social. Y una guerra interna de variada intensidad, con asesinatos y continuos fraudes electorales dentro de un contexto de dominación militar no era el mejor ambiente para diálogos políticos.

Actualmente predomina un discurso vago, lleno de promesas, sin contenido, clientelar, de tarima. Hay más tolerancia aunque el asesinato de los tres periodistas en Mazatenango ilustra su precariedad. Y todavía escuchamos ecos rabiosamente anticomunistas de movimientos financiados por empresarios aislados aunque poderosos. Pero un número creciente de guatemaltecos, incluyendo a Roberto Ardón, quisiera rescatar y profundizar el debate político, evitando descalificaciones e insultos.

Comencemos por debatir el Estado que queremos. Necesitamos nuevas políticas, pero ¿podemos implementarlas con el cooptado Estado actual? ¿O continuaremos regalando exenciones de impuestos y pagando salarios bajos para estimular la inversión? ¿Cómo eliminar esa inmensa red clientelar de amigos, familiares y correligionarios que viven del empleo y de los contratos de un Estado corrupto e ineficaz? ¿Cómo es que la generación de riqueza “inexplicable” de autoridades condiciona la actuación del Estado? Para asegurar la honestidad y capacidad del poder ejecutivo, ¿qué reformas se requerirían para contar con un buen servicio civil, un presupuesto decente y pocos ministerios pero eficaces? ¿Cómo debe funcionar el poder legislativo, con qué reformas del régimen interior del Congreso, cuántos diputados, elegidos de qué manera, con o sin cuotas y con o sin reelección?

Si sabemos que una de las principales debilidades institucionales de Guatemala son sus partidos políticos, ¿por qué no aprobar modificaciones de la ley de partidos políticos? ¿Es solo un tema de cambiar leyes? ¿Cómo elegir jueces y magistrados después del fiasco del 2014? Y ¿cómo puede funcionar un Estado democrático sin independencia judicial y con autoridades electorales débiles? ¿Cómo reflejar nuestra dimensión pluricultural, multiétnica y multilingüe en un Estado diferente? ¿Qué es lo prioritario? Muy bonito prometer más empleo, menos corrupción y seguridad. ¿Con qué Estado lo vamos a lograr? Necesitamos debate político de altura.

fuentesknight@yahoo.com

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