EDITORIAL

El derecho al voto de los emigrantes

El derecho al voto en el extranjero aprobado en estos días por el Congreso, como parte de las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, es un primer pero insuficiente paso en la tan necesaria modernización política del país. Con casi 1.2 millones de ciudadanos viviendo en Estados Unidos, por ejemplo, lógico resulta pensar que existe una masa electoral importante que puede influir en las decisiones nacionales porque al gran peso que tiene en la economía nacional, se puede agregar el de influir en la conducción política del país.

La población migrante ha asumido poco a poco y en forma silenciosa un papel importante en la vida guatemalteca. Se ha convertido en un agente financiero importante a medida que se ha cuantificado el flujo de divisas y se ha identificado su peso tan importante dentro de la economía nacional.

Las remesas familiares representan casi el 10 ciento del producto interno bruto y significan literalmente la diferencia entre miseria y una posibilidad de vivir dignamente en muchas comunidades, particularmente en la región occidental, donde se percibe con toda claridad el influjo de dichas divisas en construcciones, proliferación de agencias bancarias y comercio local. Estas realidades empiezan a tomarse en cuenta, a pesar de que su existencia tiene alrededor de veinte años.

El hecho de que los migrantes puedan votar por presidente es un primer paso que puede y debe ser apoyado, por el evidente derecho que tienen de estar de alguna manera representados en el Congreso. El mismo criterio empleado para justificar un listado nacional junto al distrital en la votación de diputados debería abrir el espacio para que ese grupo poblacional tan notoriamente importante tenga representación en el Legislativo, en función de los criterios anteriormente expresados.

Aunque no se ha comprobado científicamente, se entiende que buena parte de los sorpresivos resultados electorales alcanzados por el actual presidente Jimmy Morales en regiones donde las encuestas no le daban el triunfo al inicio de la campaña fueron logrados tras su visita como candidato a diversas comunidades de migrantes que lo conocían por ser comediante de la televisión. De ser así, quedará en firme que la comunidad migrante será jugador clave en las elecciones a partir de las siguientes, porque los partidos políticos y los aspirantes deberán incluir este tipo de visitas a los centros estadounidenses donde se concentra la presencia de los inmigrantes guatemaltecos, sin distinción de su estatus migratorio.

Los diputados deben entender que integran un cuerpo colegiado que necesita mejorar su representatividad si quiere mejorar su legitimidad. Cerrar filas ante lo posibilidad de que los migrantes tengan una cuota real de poder electoral y político será un nuevo y craso error que no debe consentirse. La influencia de los emigrantes es uno de los factores que hasta ahora se comienza a analizar. Se debe tomar en cuenta que, desde el punto de vista poblacional, Los Ángeles y Chicago, por mencionar solo dos casos, tienen más guatemaltecos que cualquier ciudad chapina, con excepción de la capital, y que esa facilidad de influir está directamente relacionada con la tecnología del mundo actual.

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