LIBERAL SIN NEO

El test del angelito

Hace poco llegó a mis manos el libro The Marshmallow Test: Mastering Self Control, de Walter Mischel (2014), psicólogo y profesor de la Universidad de Columbia. El autor comenta que la idea detrás de sus investigaciones y la motivación para escribir el libro, es su creencia, avalada por los resultados encontrados, que la capacidad de posponer la gratificación inmediata por el bien de consecuencias futuras, es una habilidad cognitiva adquirible. No me puedo calificar como un gurú o diestro practicante del autocontrol, pero los resultados e inferencias sobre el tema, presentados en este libro, me parece que tienen implicaciones y lecciones para los problemas sociales.

La línea de investigación iniciada por Mischel, que lleva más de medio siglo, sugiere que estas habilidades son visibles y medibles a temprana edad y tienen profundas consecuencias de largo plazo en el bienestar mental y físico de las personas a lo largo de su vida. Llama mi atención que esta capacidad de sacrificar el consumo o placer inmediato con el objeto de obtener mejores resultados futuros, es análoga al fenómeno que en economía y finanzas se conoce como “ahorro”, condición necesaria y pariente cercano de “inversión”.

Los experimentos de Mischel se iniciaron en la década de 1960, con niños preescolares, en el jardín infantil de la Universidad de Stanford. A los niños se les dio a escoger entre una recompensa —por ejemplo un marshmallow o “angelito”, como se le llama en buen chapín, galleta o menta— que podían tener inmediatamente, y una recompensa mayor, dos angelitos, por los que tendrían que esperar, solos, hasta un máximo de veinte minutos. A cada niño o niña se le sentaba solo en una mesa frente a un angelito que podía comer inmediatamente, así como los dos angelitos que podía tener si esperaba. Había una campana que podía tocar para comerse la unidad y pedir que regresara el conductor del experimento, o bien esperar hasta que el experimentador regresara, y si no había tocado los angelitos, podía comerse ambos. La lucha interior que observaron en los niños, les provocaba lágrimas a los experimentadores, mientras los aplaudían y animaban —tras bambalinas— al ver cómo algunos resistían la tentación y perseveraban por recompensas mayores.

Lo que estos niños preescolares hicieron mientras trataban de esperar y cómo sucumbieron o no a la gratificación, resultó ser un buen predictor sobre muchos aspectos de su vida futura. Entre más segundos podían esperar a la edad de cuatro o cinco años, mayores fueron sus resultados en exámenes de aptitud y mejor su funcionamiento social y cognitivo en la adolescencia. Entre 27 y 32 años, quienes habían esperado más en el Marshmallow Test, tenían menor índice de masa corporal, mayor autoestima, perseguían sus metas con mayor efectividad y manejaban mejor la frustración y el estrés.

La habilidad de postergar la gratificación inmediata es crucial para alcanzar metas de largo plazo. Mischel le llama “la aptitud maestra” subyacente de la inteligencia emocional, esencial para la construcción de una vida plena. Sospecho que me habría comido todos los angelitos inmediatamente, para después sonar la campana y exigir más.

En estos días de hastío y deseo de cambio que se viven en Guatemala, hay que tener cuidado con la solución rápida. ¿Será que la misma casta política en el poder, sería capaz de generar los cambios institucionales que rendirán fruto en el largo plazo? Desconozco si existe tal cosa como la madurez emocional social, pero ojalá prevalezca.

fritzmthomas@gmail.com

ESCRITO POR:

Fritz Thomas

Doctor en Economía y profesor universitario. Fue gerente de la Bolsa de Valores Nacional, de Maya Holdings, Ltd., y cofundador del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN).