LA BUENA NOTICIA

El trabajo humano

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Hoy es el Día del Trabajo, y los sindicatos de obreros organizan las manifestaciones. Pero en la doctrina de la Iglesia acerca del trabajo, el concepto va más allá de la actividad de obreros y asalariados.

La Iglesia no define el trabajo a partir del salario. Es decir, no solo los asalariados trabajan. Trabajo es toda actividad de la persona por la que ejerce su misión de cuidar, gobernar y administrar la creación y así satisfacer sus necesidades personales, las de su familia y las de su comunidad. El trabajo es vocación constitutiva del ser humano. Según los relatos bíblicos, Dios creó al hombre para que cuidara, cultivara y dominara la tierra. Antes de que se diera el primer pecado, ya había recibido el hombre la misión de trabajar. Estamos hechos para trabajar; tenemos derecho y obligación de trabajar. Trabaja el agricultor, trabaja también el ama de casa; trabaja el albañil, trabaja el inversionista que crea empleo; trabaja el voluntario que sirve a su comunidad gratuitamente.

Los bienes de la creación están al cuidado y al servicio del hombre. La Iglesia enseña el destino universal de los bienes. Todo cuanto existe está al servicio de toda la humanidad o dicho al revés, toda persona debe encontrar en los bienes de la creación y en los producidos por la inventiva y la laboriosidad humanas lo necesario para satisfacer sus necesidades. Pero el modo de apropiarse de los bienes necesarios es el trabajo. A través del trabajo la persona adquiere dominio sobre una porción de bienes, que puede ser un sueldo pero puede ser también un producto para consumir o vender o disfrutar. Toda persona debe poder llamar propio lo que necesita para vivir ella y su familia. En ese sentido, la propiedad privada no es tanto el derecho de acaparar bienes, incluso los obtenidos lícitamente, como el derecho de toda persona de tener dominio sobre lo que necesita para su vida personal y familiar. El escándalo moral de la pobreza es que haya personas que no tienen propiedad privada suficiente para una vida digna.

La remuneración que corresponde al trabajo, desde un punto de vista económico, se establece por la productividad. Sin embargo, sin negar ese factor de la productividad, el valor del trabajo se mide por la dignidad de quien lo realiza. Por eso la política económica debe estar encaminada a aumentar la productividad del trabajo para que los trabajadores alcancen una remuneración digna de su condición humana. Hay trabajos por los que se recibe una mayor o menor remuneración, pero todo trabajo es obra de una persona, creada a imagen de Dios, llamada a gobernar la creación. Por eso todo trabajo tiene un valor superior al valor de la remuneración pecuniaria. Por eso los trabajos de voluntariado o no remunerados tienen un inmenso valor, porque los realizan personas que de ese modo contribuyen al bien común, al bien de su familia o de su comunidad. Es trabajo, aunque no se reciba un salario. Hoy lamentamos que muchos guatemaltecos deban salir del país para trabajar o que por no tener trabajo, se ocupen en actividades ilícitas y criminales para tener de qué vivir.

ESCRITO POR:

Mario Alberto Molina

Arzobispo de Los Altos, en Quetzaltenango. Es doctor en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico. Fue docente y decano de la Facultad de Teología de la Universidad Rafael Landívar.