Una elección que no debe defraudar

Una de estas es la campaña anticipada, y a ello se suman el financiamiento oscuro y el uso de recursos públicos para promover a determinadas figuras.

El Congreso tiene de plazo hasta el próximo 30 de marzo para designar la nueva integración del TSE, pero dadas las recientes confrontaciones y dificultades para lograr consensos, es todo un reto que los parlamentarios alcancen un acuerdo para integrar esta nómina, y no sería extraño que para ello afloren una vez más los consabidos acuerdos fuera del Legislativo.

Es el momento justo para plantear la necesidad de anteponer los intereses nacionales a las agendas partidarias, de construir una auténtica alianza que vaya más allá de las rencillas coyunturales o los intereses protagónicos que suelen infestar los corrillos congresiles. En su calidad de representantes del pueblo, los diputados deben demostrar que la transparencia es un imperativo que se hace necesario en las actuales circunstancias, cuando se decidirá sobre el futuro de una entidad vital para el país.

Lamentablemente, desde días antes de la integración de la lista de los 40 corrió el rumor de que varios aspirantes cabildeaban el apoyo de diputados, una práctica demasiado común en el medio cuando se busca acceder a posiciones de relevancia. Los integrantes de la Postuladora tuvieron el buen tino de hacer públicas las discusiones y votaciones, lo que ya aporta cierto nivel de confianza, pues la gran mayoría de finalistas llegó a los punteos promedio, aunque no se propició una mayor discusión sobre la idoneidad.

También ha trascendido que determinadas personas han tenido amistad e incluso han participado de manera proselitista con ciertas figuras políticas, lo cual debe ser evaluado de manera muy profunda, a fin de que este tipo de nexos no se conviertan en una sombra de duda sobre la objetividad de la selección final o que puedan en algún momento dado incidir en procesos que beneficien a algunas figuras en reciprocidad de esa amistad.

Los diputados se enfrentan, quizás, a la decisión de mayor peso de esta legislatura. Esta elección tiene que apuntalar el futuro de la democracia y, por tanto, estar libre de influencias malsanas. Deben tener claro que su compromiso no es con los caciques de turno ni con sectores específicos que tradicionalmente acomodan los procesos a sus particulares intereses.

La buena trayectoria y la ausencia de tachas deberían ser los mejores argumentos para esta elección, en la que deben quedar excluidas las agendas egocéntricas, desprovistas de cualquier compromiso por enderezar la ruta, que por momentos pareció extraviarse con las actuales autoridades.

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