SIEMPRE VERDE

¡Fuera! ¡Fuera!

Magalí Rey Rosa

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El año pasado, una guatemalteca, valiente y altiva, trató de salvar a Guatemala y sacrificó su futuro profesional para advertirnos hasta dónde llega la corrupción en el sistema de justicia. Muy poca gente reconoció o agradeció el sacrificio de Claudia Escobar, muchos se dedicaron a criticarla. Si la hubieran tomado en serio, si la hubieran apoyado y se hubiera procedido correctamente, hoy no estaríamos en estos trapos de cucaracha, viendo cómo la justicia en Guatemala está en manos de jueces y juezas venales y corruptos. Pero Guatemala tiene también jueces y juezas probos y dignos, dispuestos a impartir justicia pese a quien le pese, como el Señor Juez Miguel Ángel Gálvez. El papel más importante para esta nueva ciudadanía despierta y activa es mantenerse vigilante: apoyar a quienes trabajan por Guatemala; y denunciar, repudiar y perseguir penalmente a quienes osen traicionarla.

Hace algunos años, el principal líder de la oposición al gobierno de Álvaro Colom encabezaba una manifestación que buscaba su renuncia por un crimen que él no cometió, y afirmó ante cámaras: “Estamos viniendo a exigir justicia. Queremos una investigación transparente, y para que eso se pueda hacer, el único camino es que el presidente acepte separarse del cargo”. Quien eso gritaba era Otro Pérez Molina (https://youtu.be/5iorGUrMg9Q, entre los 6.43 y 7.00 minutos, gracias a un video que encontró Marlon Meza Teni). Hoy su mensaje se le puede aplicar a él mismo, y le queda como anillo al dedo.

Hoy parece que el señor Pérez es sordo, y no logra escuchar el clamor del pueblo guatemalteco que le grita ¡Fuera! desde hace meses. O, tal vez, no entiende.

Señor Pérez Molina, expresidente de Guatemala: ¡Fuera!, según el diccionario, es una interjección (clase de palabra que expresa alguna impresión súbita o un sentimiento profundo) que se usa para denotar desaprobación, y si es repetida, para exhortar a quitar a alguien de donde está.

Con toda la fuerza y la solvencia, el pueblo de Guatemala, que hoy sabe que usted le ha robado y que le seguirá robando todo lo que pueda mientras esté en su “puesto” (y yo le recuerdo su activa participación en fraudulentos contratos mineros y otros negocitos con nuestros recursos naturales) le grita al unísono: ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!

¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!

¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!

¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!

¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!

¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!

¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!

¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!

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