PARALELO 30

Horizontes y utopías

Samuel Pérez Attias

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Guatemala vive un momento histórico en el que le da lecciones al resto del mundo en cuanto qué hace una población harta de los abusos de poder para corregir un rumbo que parecía no tener esperanzas.

Probablemente es un buen momento, si no el mejor, para hacer una pausa y re-pensarnos como sociedad, como Nación, como grupos humanos y como individuos viviendo en un territorio y compartiendo una historia común. Vale la pena preguntarnos ¿qué nos une y qué nos divide hoy como seres humanos? Más aún: ¿A quiénes les conviene unirnos y a quienes dividirnos? ¿Por qué?

En este proceso de destrucción creativa y de construcción colectiva de nuevos cimientos es conveniente —si no imprescindible— preguntarnos: ¿Qué tipo de valores debemos cultivar para potenciar no solo nuestras capacidades, talentos y atributos personales de cada Ser que nació en este país, sino además las sinergias comunes y la fuerza que nos da la unidad y que hoy vemos desbordarse en las calles? Hasta hoy, la estructura en la que descansa nuestra sociedad ha mostrado algunos resultados positivos, pero también evidencia haber sacado lo peor de nosotros como seres humanos como costo. La avaricia, el egoísmo, la individualidad, la envidia y la vanidad, entre otros principios que mueven nuestro actuar, así como el bienestar material que perseguimos como fin último bajo las actuales condiciones en el país, son todos incentivos perversos que promueven violencia, depresión, soledad, desánimo, discriminación, frustración, corrupción, exclusión y deterioro social, humano y ambiental.

Gente que busca beneficios personales desde puestos de servicio público, jóvenes que asesinan por dinero, soldados que golpean sin piedad, suicidios por deudas acumuladas, frustración por no tener lo que “el vecino tiene”, adicciones enfermizas, hombres que abusan de sus parejas, padres que abandonan a sus hijos, “líderes” que engañan a sus seguidores, pastores que se enriquecen de la Fe, cristianos que masacran pueblos, presidentes que incitan a la confrontación, jefes sindicales traidores y empresarios que ignoran la dignidad humana y destruyen cualquier forma de vida que no les rinda beneficios monetarios… ¿Es eso lo mejor que podemos hacer como especie humana?

Es fundamental hacer una pausa y re-pensarnos como personas y como Nación. Invito a que nos preguntemos: ¿Cómo construimos una Nación que promueva que cada persona saque lo mejor que tiene y sea lo mejor que pueda ser? ¿Cómo recompensar la compasión, el servicio, la conciencia y el respeto hacia cualquier forma de vida? ¿Qué valores debemos cultivar para construir un país con paz, donde se conviva en armonía, donde se celebren las diferencias y se fomente el respeto mutuo, la responsabilidad y se premie cualquier expresión de amor? En medio del bullicio, de las consignas y los gritos de protesta, escuchemos también a esa voz interna que nos grita y nos recuerda que hay otras formas de vivir y de construir futuro. Que aunque los horizontes y utopías son inalcanzables, como dijo el gran Galeano, ¡sí que sirven!… nos sirven para caminar.

samperez1@gmail.com

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