DE MIS NOTAS

¿La primavera chapina?

|

Los que siguieron de cerca la primavera árabe decían que las revoluciones no se dan tanto en las calles como en la mente. Que los árabes siguen aprendiendo que la democracia no es cuestión de elecciones ni la habilidad de atraer multitudes de manifestantes a las calles. Requiere de cambios estructurales mayores y una renovación del entendimiento. Una evolución cultural para lograr una revolución política.

La manifestación del sábado pasado es trascendente porque fue masiva, multigeneracional, multisectorial, diversa y sin protagonismos interesados; un desfogue catalizador que permitió la oxigenación de las asfixiantes condiciones de depredación cleptocrática que tiene al pueblo hasta el copete.

Las manifestaciones seguirán en tanto el entusiasmo no mengüe y el movimiento se fortalezca para generar una inercia de mayor impacto político. Pero para que se den cambios debemos volver a poner los pilares que están colapsados.

Nial Ferguson, en su libro La Gran Degeneración, nos asegura que hay una crisis mundial debido a que las instituciones que han sido los pilares de la civilización occidental moderna se están colapsando.

Estas instituciones son: (1) el estado de Derecho, que ha pasado de ser del Imperio de la Ley, a lo que el autor denomina, el “Imperio de los abogados” y de la transacción política; (2) la democracia liberal, que está degenerando hacia la demagogia, que es la política de la inmediatez; (3) el libre mercado, que sucumbe al peso de una regulación creciente y excesiva. Además, vemos cómo “las deudas públicas gigantescas comprometen severamente el nivel de vida de la población en un futuro cada vez más cercano”, con lo cual se ha roto el pacto entre las generaciones; y (4) la sociedad civil se ha transformado en una sociedad pasiva en la cual todos esperamos que nuestros problemas sean resueltos por el Gobierno —en el caso de los países con gobiernos benefactores (welfare states)— desde la cuna hasta la tumba.

El peligro, señala el autor, es convertirnos en una sociedad apática. De acuerdo con Ferguson, esta degeneración institucional explica la Gran Recesión económica de 2008-2009 y el gradual declive geopolítico de Occidente.

La cultura, siendo el patrón recurrente de comportamiento por el cual los grupos sociales transmiten el conocimiento y los valores, es el corazón de las fortalezas y las debilidades de las naciones. Por lo tanto, si queremos progresar como nación, “necesitamos un cambio de mentalidad en aspectos tan importantes como: cultura de la legalidad e imperio de la ley, esfuerzo y riqueza, educación, familia y la promoción de una cultura emprendedora”.

Los guatemaltecos creemos que “echa la ley, echa la trampa”. Tenemos una cultura de la ley “flexible” que no promueve la cultura de la legalidad.

El Imperio de la ley sigue siendo “el Éverest” de nuestros desafíos, pues es esencial para que funcionen los negocios, que a su vez hacen funcionar las economías.

El economista alemán Rüdiger Dornbusch decía que el problema de Latinoamérica se reducía a un silogismo simple: “Los países desarrollados tienen leyes flexibles de aplicación rigurosa, mientras que los países de América Latina tienen leyes rigurosas de aplicación flexible”.

La primavera chapina debe proseguir hasta su máxima florescencia sin perder de vista que requerimos una serie de reformas del Estado que deben elegir los pilares institucionales colapsados de que habla Ferguson. Y estemos conscientes de que no es solo cortar las cabezas de las serpientes si estas vuelven a multiplicarse debido a que aún se mueven en el espacio libre que dejan los sistemas ineficientes, complicados y corruptos.

La primavera chapina es un cambio de mentalidad. No se nos olvide quiénes eran los clientes de La Línea…

alfredkalt@gmail.com

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.