PLUMA INVITADA

La salida a la crisis

La crisis política e institucional por la que atraviesa el país se ha agudizado en los últimos días, a causa del destape de esa cloaca que ha hecho la Cicig con el tema de la defraudación aduanera coordinada y ejecutada desde la Vicepresidencia de la República.

La manifestación ciudadana llevada a cabo el 25 de abril, en la que miles de personas se reunieron en la plaza central para protestar contra la corrupción, exigiendo la renuncia de Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, representa la expresión de un rechazo categórico del pueblo de Guatemala al ejercicio de poder llevado de manera sistemáticamente corrupta.

Es innegable que el país luce colapsado en todas sus variables. Somos una nación en decadencia y rezagada respecto de los países del resto de la región. Todo esto, producto de un sistema de saqueo permanente que se ha sufrido en los últimos 25 años por parte de una élite política concentrada en el enriquecimiento ilícito y que se olvidó del resto de la sociedad. Derivado de la corruptela e ineficiencia han sido las diferentes crisis que observamos en la administración pública, en la falta de medicinas en la red hospitalaria, en el tema de justicia, seguridad, educación y de todos los renglones que controla este Estado corrupto e ineficiente.

Voces con buena intención, pero cargadas de ignorancia, se escuchan como remiendos al problema nacional que nos aflige. Algunos sugieren cambios en la metodología de las aduanas, otros más ingenuos hablan de crear códigos de ética en la administración pública, y así las panaceas de remedios caseros para un cáncer terminal se escucha por doquier.

Por eso es que hoy nos corresponde analogar aquella frase comunicacional hecha por William Clinton contra Bush padre al ignorar este la recesión económica durante la campaña electoral de 1991, cuando dijo: “Es la economía, estúpido, es la economía”. En nuestro caso, si ponemos el dedo en la llaga al Estado fallido que ya es Guatemala debemos expresar: “Es el sistema, estúpido, es el sistema”. Efectivamente, el origen de toda esta problemática está encuadrado en la nefasta constitución del 85 que crearon políticos, por ignorancia o mala fe, heredándonos un sistema perverso que fomenta el saqueo por parte de los partidos políticos cada cuatro años.

Dados los niveles de deterioro social y del enorme incremento de una deuda externa amenazante a la estabilidad macroeconómica y a la paz social, debemos estar más que claros que no podemos continuar viviendo dentro un sistema político que nos lleva directo al despeñadero.

En las actuales circunstancias, la realidad de un panorama electoral resulta sombrío y amenazante. La frase de Albert Einstein: “Es de locos seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes”, resulta muy oportuna.

El llamado a una reforma constitucional, empezando con una reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, se torna urgente, imperante e impostergable. Si de buscar una salida se trata, es esa; no existe otra. Por supuesto, este es un cambio que debe desarrollarse de manera pacífica y ordenada. La importancia de que los líderes de opinión tomen conciencia de esta realidad sería solo el primer paso para iniciar una cruzada nacional de concientización para luego convocar a los actores más incidentes de la sociedad guatemalteca a coadyuvar en un esfuerzo nacional a modificar esa nefasta Ley Electoral y de Partidos Políticos como previo y primer paso para una reforma más profunda e integral de nuestra Constitución Política de la República.

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