El largo camino del nuevo TSE

Los requisitos decididos no causan sorpresa, porque no difieren en demasía de los anteriores. Algunos son fáciles de llenar, como la comprobación de experiencia en Derecho Constitucional, Electoral y de Administración Pública. Otros son más subjetivos, pero tienen la mayor importancia: la reconocida honorabilidad y la destacada formación académica y profesional, así como no tener antecedentes en el tribunal de honor del colegio respectivo. Esto depende en mucho del currículum personal de los aspirantes, que debe enmarcarse en lo puramente académico.

La tarea es difícil, porque si no se realiza con cuidado se puede dejar fuera a personas que no tienen experiencia en las lides políticas, pero que merecen la oportunidad de servir al país en un campo fundamental para el tan necesitado fortalecimiento de la democracia guatemalteca, ahora en un deterioro innegable.

En los seis días que tienen los interesados para presentar sus documentos se espera que lleguen unas 200 solicitudes, por lo que la tarea de la comisión de postulación es compleja y necesita ser realizada con profesionalismo, a fin de que no tengan máculas los cuarenta candidatos escogidos para que a partir del 18 de febrero el Congreso de la República elija a los cinco titulares e igual número de suplentes para el período de este año hasta el 2020.

Es importante insistir en el factor ético de los magistrados electos, con el objetivo de que no actúen en defensa de intereses partidistas o de cualquier otra índole que sea distinta al espíritu de la ley y de la razón de ser del TSE. Uno de los factores negativos del actual tribunal lo constituyó precisamente el hecho de que al menos dos magistrados actuaron de la nefasta manera aquí indicada, lo que ayudó a convertir a la institución en una especie de tigre de papel, muy distinto a como lo fue en los primeros años de su vida.

Conforme ha pasado el tiempo, la mayoría de los ciudadanos guatemaltecos ya tiene clara la importancia de que el TSE funcione adecuadamente y recupere su fuerza coercitiva, como ya ocurrió en la primera época de ese organismo, cuando sus integrantes hicieron que las normativas se respetaran por parte de todos los participantes, y eso dejó una buena imagen de esa institución.

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