LA BUENA NOTICIA

Las bodas de Caná

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A quien no está muy familiarizado con la Biblia le puede sorprender cómo abundan el lenguaje nupcial y las imágenes conyugales en el Antiguo Testamento para hablar nada menos que de la relación de Dios con la humanidad y específicamente con el pueblo de Israel. Ese lenguaje y esas imágenes pasan también al Nuevo Testamento. En una ocasión le preguntaron a Jesús por qué sus discípulos no ayunaban y hacían penitencia, y respondió que los amigos del novio no pueden estar tristes mientras el novio está con ellos. Él era el novio. Contó la parábola del rey que organizó la fiesta de bodas de su hijo, fiesta a la que no llegaron los invitados, para aludir al rechazo que encontraba entre la gente de su pueblo, los primeros invitados a la boda. El libro del Apocalipsis concluye con la magnífica escena de las bodas del Cordero, que se casa con la nueva ciudad de Jerusalén que baja del cielo. Solo para aludir a tres pasajes conocidos.

El Evangelio según San Juan cuenta como primer milagro de Jesús su participación en una fiesta de bodas en la aldea de Caná. No hay vino. La madre de Jesús estaba allí e interviene casi como responsable de la fiesta para que Jesús haga algo. Jesús primero se resiste, pero luego transforma una cantidad ingente de agua contenida en unas tinajas y destinada para las purificaciones rituales judías en una igual cantidad de vino de óptima calidad que permite que la fiesta de bodas comience de verdad.

Normalmente la interpretación del pasaje destaca el poder de la intercesión de la madre de Jesús, que venció su resistencia y logró que hiciera su primer milagro. También se suele subrayar la importancia del matrimonio como una institución querida y bendecida por Dios, de tal forma que Jesús eligió el marco de una fiesta de bodas para realizar su primer milagro. No faltan las interpretaciones puritanas preocupadas por el océano de vino que Jesús produjo ese día y por quién se lo bebió y qué efectos tuvo el licor.

Sin embargo, si el relato se lee en el contexto de las múltiples imágenes nupciales del Antiguo y del Nuevo Testamento, descubrimos que el episodio alude al inicio de la fiesta de la salvación de Dios. Quien está preocupada de que la fiesta comience de verdad es la madre de Jesús, y es él quien a su vez suministra el vino para que la fiesta se empiece. La fiesta es de ellos. Y el vino fue creado a partir de agua para las purificaciones judías, para significar que ese régimen dio paso a otro nuevo, cumpliendo así las promesas de Dios, que ofrecería en abundancia el vino de su salvación.

Con razón es el primer milagro en el Evangelio según San Juan. Con Jesús se realizó la esperanza, se abrió el futuro, prosperó la vida. Al inicio de este año 2016 y sobre todo al inicio de este nuevo período de gobierno, los guatemaltecos necesitamos una motivación espiritual que nos aliente a confiar en nosotros mismos, a exigir responsabilidad política a los gobernantes, a poner el fundamento para una conducta moralmente coherente en el ámbito privado y público. La fe en ese Dios que se revela en las bodas de Caná nos ofrece esa motivación espiritual.

mariomolinapalma@gmail.com

ESCRITO POR:

Mario Alberto Molina

Arzobispo de Los Altos, en Quetzaltenango. Es doctor en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico. Fue docente y decano de la Facultad de Teología de la Universidad Rafael Landívar.