EDITORIAL

Letal consecuencia de la corrupción

El país tendrá que hacer enormes esfuerzos para sobreponerse a golpes tan contundentes como la captura de una red criminal que operaba en el sistema de recaudación tributaria, la cual fue investigada por más de un año por la Cicig. Se trataba de un rumor a voces que llevaba décadas sin que nadie hiciera nada efectivo para desmantelarla, a pesar de las cuantiosas pérdidas que representaba para el erario.

Por supuesto, para muchos ciudadanos es claro que esta no es la única organización criminal que opera en el territorio nacional, pero sí una que socava la institucionalidad, la confianza en el aparato público y la autoridad moral de los funcionarios, pues la percepción es que se trata de un monstruo parecido a la legendaria Hidra griega, a la cual le salían dos cabezas por cada una que le cortaban.

De hecho, apenas se le acababa de dar el golpe a la mafia incrustada en la Superintendencia de Recaudación Tributaria cuando ya se sabía de otro caso vergonzoso: la captura de dos empleados del Parque Nacional Tikal que, según la denuncia de la Fiscalía contra la Corrupción, se apropiaron de las ganancias por el ingreso de turistas a ese destino, las cuales ascenderían a más de tres millones de quetzales. Cantidad que fue reunida en apenas tres meses del año anterior, lo que evidencia que el potencial turístico del país es fuerte, a pesar de la poca inversión en infraestructura, la pobre propuesta de mejoras en destinos arqueológicos y la intermitente promoción a escala internacional.

Tikal, junto a Antigua Guatemala y el Lago de Atitlán, son los tres puntos de mayor atracción de turismo en el país, pero lamentablemente los tres afrontan enormes adversidades que reducen el número de visitantes, los gastos en productos y servicios y, por ende, el impacto de la industria sin chimeneas en favor de la población. En el caso de Antigua, la delincuencia, el pillaje y abuso de las autoridades se convierten en los mayores enemigos de esta joya colonial, aunque cabría agregar el descuido en la conservación, las deficientes reparaciones municipales de calles y la falta de autoridades con un acervo que les permita hacer una gestión decorosa.

En el caso de Tikal, ha sido histórica la rapiña y el abuso de las autoridades y trabajadores que tienen a su cargo la administración de ese sitio. Pese a reiteradas denuncias de quienes lo visitan, todos se hacen de la vista gorda y por ello se incurre en el robo descarado de los ingresos, lo que a su vez redunda en el pobre mantenimiento del sitio y la nula modernización de sus servicios, que se reducen a unas cuantas obras cosméticas, mas no en un proyecto de Estado que en verdad capitalice la magia de este tesoro maya.

Ya es hora de que los corruptos sientan sobre sus espaldas el azote de la ley, es tiempo de que estos mal llamados ciudadanos comiencen a darse cuenta de que ese enriquecimiento ilícito no solo será fugaz y futil, sino que se convierte en auténtico crimen de lesa humanidad al dejar sin atención a miles de enfermos, sin oportunidad de estudiar a miles de jóvenes o sin nutrición a miles de niños. Solo si la justicia se impone sobre estos facinerosos el país podrá encontrar una promesa más segura de futuro.

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