ECLIPSE

Lo social

Ileana Alamilla

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El momento político que estamos viviendo ha ocultado los problemas más profundos de la población, de los que deberíamos estar compenetrados y buscándoles solución. Los obispos, desde el mes de febrero, fijaron su punto de vista sobre la problemática social, que ha venido agravándose.

Nadie niega que la corrupción sea un delito que drena los escasos recursos que deben ser destinados a los rubros presupuestarios establecidos. Que los políticos, los funcionarios, los empresarios y cualquiera que caiga en esa tentación tienen que ser investigados, procesados y castigados. Es muy positivo que los lavadores de dinero, los traficantes de influencias y todos los que realicen actos reñidos con la ley sean sometidos a la justicia.

Ha sido muy reconfortante que, a raíz del trabajo de la Cicig y del MP, las leyes se cumplan y los imputados se juzguen. Han sido décadas de saqueo de las arcas del Estado sin que tengamos noticias de la devolución de los recursos, ni a los ladrones entre las rejas. Las demandas por las reformas de la Ley Electoral y de Partidos Políticos, que no son nuevas, vienen de años atrás, sin que la mayoría de diputados haya mostrado el más mínimo interés en atenderlas; hoy, en esta coyuntura, están en primera plana y a punto de ser aprobadas, lamentablemente con un sesgo que no era el que se propuso.

Otras reformas legales también están siendo reivindicadas por unos y cuestionadas por otros, como la Ley de Servicio Civil, y algunas son verdaderamente conflictivas, pues tocan intereses de fuertes sectores que han hegemonizado en el país, como la Ley de Desarrollo Rural Integral y la Ley de Aguas. Es decir, que no todos los sectores sociales están unificados en la lucha. Las banderas son distintas y los liderazgos también.

Lo que ninguno de esos sectores puede cuestionar es la precaria situación en la que se encuentran las mayorías, que poco se mencionan en los comunicados y posicionamientos públicos.

Antes de que se desatara este vendaval, la jerarquía eclesiástica llamó la atención sobre los problemas sociales que nos afectan, desalientan y hasta nos deprimen, “creemos que el fondo de todos nuestros males está en una política sin moral que ignora la ética social…”, dijeron.

Argumentaron que “la ética suele ser mirada con un desprecio burlón; se la considera contraproducente por demasiado humana, puesto que relativiza el dinero y el poder; se la siente como una amenaza, pues condena la manipulación y la degradación de la persona”.

Denunciaron la baja calidad de la educación, la crisis en el sistema de salud, la lenta administración de justicia, la política partidista que ve más los intereses particulares que el interés general, la dificultad para generar empleos, el drama de la migración que sustenta a la vez que resquebraja familias. En síntesis, se preocuparon por los más pobres del país, que en esta crisis están olvidados.

iliaalamilla@gmail.com

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