PERSISTENCIA

Los primeros filósofos rebeldes y trágicos

Margarita Carrera

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Heráclito de Éfeso es el primer gran filósofo nuevo y arcaico, rebelde, trágico y antropocéntrico.

Su obra, basada en la Naturaleza, se intituló Del Universo, la cual excluía todo lo que no fuera “physis”, esto es, toda metafísica. De ella solo quedan fragmentos, aunque valiosísimos.

Cuatro son los temas que abarcan su filosofía, los cuales tienen cierto parentesco con la sabiduría oriental.

El primero se refiere a la coexistencia de los contrarios. Sostiene que la guerra es el origen de todas las cosas y que todo nace y se conserva por la oposición y la pugna de los contrarios.

Sin apelar a una moral determinada, en riguroso análisis de la Naturaleza, establece, por primera vez en la filosofía occidental, el tema de la coexistencia del amor y del odio (“eros y thanatos”), que siglos después desarrollará Freud en su psicoanálisis, como punto fundamental que rige la mente y el destino del hombre.

Según Heráclito, el amor engendró el odio, y de la misma manera, todo lo que existe se resume en un conflicto fecundo de fuerzas opuestas. El placer no podría existir sin su opósito el dolo. El día y la noche se limitan recíprocamente. También las estaciones extremas del año: Primavera e Invierno, están relacionadas con la vida y la muerte.

El segundo se fundamenta en la unidad de todas las cosas y en la concepción del fuego como sustancia primordial. Todo nace y evoluciona según el fuego, el cual es algo semejante a lo que la física moderna denomina “energía”; esto es, un fuego “siempre vivo”, o bien un fuego a manera de “logos”: pensamiento regulador y ordenador del mundo.

El tercero está implícito en la famosa frase: “No puedes bañarte dos veces en el mismo río, porque nuevas aguas corren siempre junto a ti…”. La realidad, entonces, es un perpetuo flujo, movimiento, mutación, tránsito, proceso, composición, descomposición. El universo es inquietud perpetua.

Darwin, lejano en la historia de Heráclito, ampliará y explicará este tema con su teoría de la “evolución de las especies”. Las ciencias naturales en general giran, en la actualidad, alrededor de esta premisa o tema fundamental.

El cuarto expone el relativismo tanto de los valores morales como del conocimiento, casi irrebatible en la actualidad después de largas controversias filosóficas a través de la historia.

Heráclito lo explica de manera clara y concreta: “para los cerdos, el fango es mejor que el agua limpia”; “para los burros, la paja es superior al oro”.

Los cuatro temas tienen afinidad entre sí. El primero, que se refiere a la coexistencia de los contrastes, se enlaza al segundo, que establece que todos los contrastes se encuentran en un contraste único; de tal forma que lo permanente o Uno y lo cambiante no se excluyen entre sí, más bien es en el cambio donde se encuentra lo Uno y lo permanente. La sabiduría se reduce a descubrir la fórmula general, el “logos” o razón del cambio.

Para Heráclito es fundamental el equilibrio de los opuestos. Si bien todo se transforma en fuego, esta transformación está equilibrada por una transformación inversa del fuego en las demás cosas.

Así, la idea central de la filosofía de Heráclito es la de la oposición y al mismo tiempo unidad de los contrarios, en los que se resuelve el devenir de las cosas: “la misma cosa: lo viviente y lo muerto, lo despierto y lo durmiente, lo joven y lo viejo; estas cosas transmutándose en aquellas y aquellas de nuevo en estas”. Todo se fundamenta sobre esta oposición perpetua de los contrarios. Por ellos expone que la guerra (que en griego se dice “polemos”) es el padre y rey de todas las cosas, pues los contrarios están siempre en lucha entre sí, tendiendo siempre a dominar el uno al otro.

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