PLUMA INVITADA

Luto periodístico

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El gremio periodístico del país y de otras latitudes del mundo está de luto, profundamente dolido, por el cobarde, violento y repudiable asesinato a sangre fría de los colegas Danilo López, corresponsal de Prensa Libre, y Federico Salazar, miembro de un medio televisivo local y reportero de Radio Nuevo Mundo, registrado en Mazatenango, Suchitepéquez, en cuyo ataque también resultó herido de bala otro comunicador social, Marvin Túnchez. Este nuevo hecho de sangre cometido contra periodistas alerta de nuevo acerca del inminente peligro que existe para la libre emisión del pensamiento y libertad de Prensa en Guatemala, como ha quedado demostrado desde hace algún tiempo, por acción de los enemigos de la información, la verdad y la paz, quienes anhelan que estos derechos desaparezcan del mapa, lo cual es total y completamente imposible.

La Policía, actuando con agilidad, capturó afortunadamente a un supuesto sicario, acusado de haber matado a los dos periodistas, cuando cobardemente huía en moto hacia un municipio cercano a la cabecera departamental de Suchitepéquez, la cual había utilizado en la acción delictiva. Se cuenta afortunadamente con muchos testigos que pueden aportar importante luz y pruebas para aclarar lo antes posible este doble crimen, como es justo y legal. Este sujeto tendrá mucho que decir a las autoridades policíacas y judiciales, si no lo hizo ya, señalando quién le pagó para cometer tan repudiable hecho de sangre, para que este y los asesinos intelectuales salvajes vayan directamente a prisión y sean condenados, porque animales como estos no deben andar sueltos.

Esperamos que los cuerpos de investigación de alta calidad de la Policía Nacional Civil y del Ministerio Público aclaren lo antes posible el asesinato de estos colegas y aprovechen el clamor popular nacional e internacional para abrir nuevas pesquisas para esclarecer también las muertes violentas, ocurridas el año anterior, de los periodistas Carlos Orellana, en Suchitepéquez; Luis de Jesús Lima, en Zacapa, y Alberto Lemus Ruano y Napoleón Jarquín Duarte, en Jutiapa, así como muchos casos de intimidaciones, agresiones, amenazas y ataques contra elementos de la Prensa, cuyas investigaciones y resultados quedaron en el olvido por razones desconocidas que nunca fueron reveladas al gremio periodístico y al pueblo en general. Lamentablemente los colegas que desempeñan tan noble, importante y riesgosa función informativa en el interior del país están sujetos a una abierta inseguridad, diferente a los capitalinos, que gozan de algunas ventajas diferentes, pero corriendo siempre igual peligro.

La ciudadanía honrada mantiene la esperanza de poder disfrutar de nuevo de una formal seguridad para preservar la vida concedida por Dios, lamenta las violentas muertes no solamente de dichos periodistas, sino de todos los guatemaltecos víctimas inocentes de la criminalidad que golpea severamente al país, y exige combatir de manera directa, valiente y profunda a tanto canalla que aborrece la paz, como hemos insistido tantas veces, quizá tercamente. Los malos, por aparte, se la han buscado.

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