SIEMPRE VERDE

Mal karma

Magalí Rey Rosa

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Los funcionarios del actual gobierno siguen empeñados en convertir a Guatemala en país minero, cueste lo que cueste. Les importa un bledo que la mayoría de la población no quiera minería metálica, como lo han demostrado varias encuestas serias. Les tiene sin cuidado que todas las poblaciones que están en áreas concesionadas para la explotación minera hayan manifestado su rotundo rechazo por medio de consultas y hayan asumido la posición de resistencia. Ni siquiera el hecho de que la minería metálica se haya convertido en uno de los mayores focos de conflicto social les inmuta. Para ellos —y sus socios en este negocio— lo único importante es obtener más recursos.

Ahora, con el discurso de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte escuchamos a funcionarios comparando a Guatemala con Chile, Perú y Colombia, y recordamos la misma maña del exembajador de Canadá Mister Lambert.

Consideremos los datos: Chile tiene 756 mil 102 km cuadrados y 18 millones de habitantes; 23.81 habitantes por km cuadrado. Con el 11% de habitantes pobres, ocupa el puesto 41 entre todos los países del mundo por su índice de desarrollo humano (IDH). Perú tiene un millón 285 mil 216 km cuadrados y 31 millones de personas: 23 por km cuadrado. Con 27.8% de pobreza, ocupa el puesto 82 por su IDH. Colombia tiene una extensión territorial de un millón 141 mil 748 km cuadrados y 48 millones de colombianos: 40.74 por km cuadrado. Pobreza: 34% y el puesto 98 por su IDH. Guatemala tiene 108 mil 889 km cuadrados y 15 millones de chapines: 129 por km cuadrado. Con el 54% de la población empobrecida, ocupamos el puesto 125 por nuestro IDH.

Guatemala es el país más pequeño, el más densamente poblado, el más injusto y el más pobre. Nuestras realidades son muy diferentes. Chile —en un extremo del espectro— con menos de 2% de analfabetismo, y tiene un sistema de gobierno estable y democrático. En Guatemala —al otro extremo—, 15% de la población es analfabeta, el Gobierno es corrupto, violento, autoritario y sordo, que prácticamente le regala los recursos mineros a transnacionales extranjeras.

Según el Observatorio Fiscal de las Industrias Extractivas en Guatemala, de los ingresos tributarios totales, lo que aportó la minería en el 2012 no llegó a ser ni el 1%, los ingresos no tributarios fueron el 0.33% del total, las regalías el 0.041% y los cánones por explorar y explotar fueron el 0.35% del total. Sumados, son más de Q450 millones, que no sabemos dónde se fueron a parar. Según el analista Miguel Martínez, los datos duros nos muestran que “la minería no es buen negocio para Guatemala”. En esos países que nos pintan como modélicos, la minería metálica también ocasiona problemas serios —aunque no hablen de eso—, pero tampoco se puede comparar con lo que enfrentan las poblaciones guatemaltecas, pues aquí no hay sistema de justicia ni Estado. Eso no le importa al Gobierno ni a sus socios, pero todo el daño social y ambiental que causen pesará sobre sus conciencias —si tienen— para siempre. También el mal karma.

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