UKEMIK NA’OJ

Mamá Maquín

Francisca Gómez Grijalva

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En Guatemala hay organizaciones de mujeres que han contribuido y contribuyen en la construcción de un mundo justo, digno y sin violencia racista, sexista y clasista. Pero las fuerzas oscurantistas pretenden intimidarlas a través de perpetuar el terror, el miedo y la represión. El ejemplo reciente es el allanamiento y saqueo de las oficinas de la Organización de Mujeres Guatemaltecas Mamá Maquín ubicadas en la comunidad Nueva Libertad, municipio Fray Bartolomé, Alta Verapaz.

El 15 de septiembre del presente año, a eso de las 21 horas, tres hombres armados con gorros pasamontañas irrumpieron en sus oficinas, encañonaron a cuatro coordinadoras y a una niña de 5 años. Se robaron toda la información de la organización. Este ataque intimidatorio se produjo a pocas semanas de haber conmemorado sus 25 años de lucha por sus derechos individuales y colectivos.

En 1998 y en 2014, también fueron allanadas y saqueadas las oficinas de Mamá Maquín. Por tanto, estos hechos criminales no pueden considerarse simples asaltos o robos; hay detrás de esos actos la intención de aterrorizar y silenciar a la organización integrada mayoritariamente por mujeres mayas, algunas mestizas y ladinas.

En la década de 1980, en el marco del terrorismo de Estado y la implantación de las políticas genocidas que afectaron directamente a las comunidades mayas; para salvar sus vidas, miles de familias se refugiaron en México y allí se organizaron las mujeres en mayo de 1990. Dieron a su organización el nombre de Mamá Maquín para dignificar la memoria de la lideresa maya q´eqchi´ Adelina Caal Maquín, una de las víctimas mortales de la masacre cometida por el Ejército guatemalteco el 29 de mayo de 1978, en el municipio de Panzós, Alta Verapaz.

Durante los años del retorno a Guatemala, de 1994 a 1998, las mujeres y sus familias se encontraron con un contexto lleno de hostilidades y donde la represión estatal continuaba. El compromiso del Estado guatemalteco, de garantizar retornos dignos y seguros, quedó en el aire.

Volver a Guatemala implicó para las mujeres empezar de cero, tuvieron que buscar soluciones para su propia sobrevivencia y muchas retornaron a comunidades distantes. Su consigna de continuar con el trabajo organizativo para fortalecer la agencia social y política de las mujeres mayas, mestizas y ladinas, se vio amenazada.

Por si fuera poco, las fuerzas paramilitares y militares empezaron a acusarlas de guerrilleras; fue tal el control y la violencia psicológica que ejercieron contra sus familias y comunidades que en muchos casos, sus esposos, hermanos, padres, hijos y cuñados empezaron a oponerse a que continuaran organizadas y que participaran en las decisiones comunitarias.

A pesar de los obstáculos estructurales, Mamá Maquín no desapareció, ha sido pionera en la lucha por el derecho de las mujeres a la propiedad y copropiedad de la tierra; asimismo, reivindica el derecho de las niñas y mujeres a la educación, salud, vivienda digna y trabajo digno. También es una actora clave en las acciones de resistencia que rechazan el extractivismo neoliberal que destruye la vida y los tejidos familiares y social-comunitarios.

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