La necesidad de TSE muy sólido

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Esa cualidad se mantiene, pero poca duda cabe de la disminución de la credibilidad institucional a consecuencia de una mezcla de la forma de haberse integrado y de acciones y decisiones.

LOS COMICIOS realizados desde 1985, catorce en total, recogieron la voluntad de los votantes en el momento de realizarse. Esto no tiene relación con el altísimo nivel de decepción y de desencanto de los electores conforme cada uno de los siete gobiernos electos comenzaron a mostrar sus yerros, sus irresponsabilidades e ilegalidades en el ejercicio del poder. Debido a ello se afianzó un hecho significativo: ninguno de los partidos logró repetir una victoria electoral, y el hecho de ser un aspirante oficialista se convirtió en un lastre imposible de evitar y de eliminar, así como una derrota segura y en algunos ni siquiera pasar a la segunda vuelta. Tal fenómeno no ocurre en ninguno de los países cercanos, donde existe un sistema de pocos partidos.

UNA CONSECUENCIA A mi criterio evidente, es el fomento de la corrupción de muchos funcionarios, sobre todo en los más altos niveles de la administración pública. En resumen, y dicho con todo cinismo, la idea es no desperdiciar la única oportunidad de enriquecimiento ilícito basado en la certeza de la impunidad y en el apañamiento de quienes sustituyan a cada gobierno, todo ello enmarcado dentro de la mala memoria de los ciudadanos, convencidos de ser la cleptocracia una situación normal. En estas condiciones, no por conocidas menos urgidas de señalar de nuevo, la democracia electoral se convierte en una especie de pasaporte para un verdadero cartel de oportunistas cada vez peores. El resultado solo puede ser de atraso.

SE COMPRUEBA LA GRAN importancia del TSE con el simple proceso de leer sus atribuciones. Estas son: velar por el cumplimiento del derecho de participación política; emitir el DPI; organizar las elecciones y adjudicar los cargos a los ganadores; revisar el cumplimiento de las leyes sobre partidos y elecciones, y hacerlas efectivas. Inscribir, sancionar, suspender y cancelar partidos, sus fusiones y coaliciones; nombrar las juntas electorales departamentales y municipales y remover a sus miembros; velar por la integración de las juntas receptoras de votos; investigar de oficio o por denuncias; denunciar delitos o faltas electorales; requerir a la fuerza pública para garantizar los procesos electorales; resolver consultas de ciudadanos u organizaciones.

ADEMÁS DE LO INDICADO, examinar y calificar la documentación electoral; nombrar, remover y sancionar a los funcionarios y al personal; dictar su reglamento interno y el de los demás órganos electorales; elaborar su presupuesto; compilar y publicar la jurisprudencia en materia electoral; publicar la memoria del proceso electoral y sus resultados; diseñar y ejecutar programas de formación y capacitación cívico electoral; y resolver todos los casos que no estén regulados por la ley. A mi juicio, es fácil entender por qué si los integrantes del TSE actúan en función de intereses partidistas, gubernativos o personales, no solo se desvirtúa el motivo de su creación en el ya lejano 1985, sino se puede comprender el desastre político y democrático implícito.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.