EDITORIAL

No cejar en lucha en pro de la mujer

Cada año se intenta hacer conciencia a través de los medios de comunicación y con llamados de colectivos sociales y organismos internacionales para frenar la violencia contra la mujer, algo que hasta ahora no ha tenido el éxito deseado, y lejos de eso, las cifras continúan en ascenso. La violencia contra las guatemaltecas no ha parado de crecer y las estadísticas continúan reportando un deterioro que retrata una cultura de convivencia social que necesita regenerarse.

Solo en los primeros 10 meses de este año se reportó que han sido asesinadas 621 féminas en actos delictivos o muy marcados por la violencia extrema, y la mayoría de ellas —66 por ciento— fue atacada con arma de fuego. Una cruda expresión de los niveles de saña que marcan a grandes sectores del país en los que se dan esas expresiones de violencia, que también en un alto porcentaje están vinculadas con la comisión de delitos o con represalias entre bandas.

Las cifras constituyen una síntesis fría pero contundente de la crudeza de esos ataques de género que marcan a la sociedad y que contribuyen a mantenernos en la punta del triángulo de los países más violentos del mundo. Pero más allá de los indicadores, detrás de cada una de estas muertes hay terribles secuelas, dolorosas historias y dramas de pesadilla, pues a menudo se trata de madres que dejan en la orfandad a hijos en la infancia o adolescencia de los cuales eran el único sostén y que ven aún más oscuro su futuro.

Por otra parte, la contabilización de muertes a balazos, con arma punzocortante o por otro tipo de ataques surgen de las autopsias efectuadas a diario en el Instituto Nacional de Ciencias Forenses, pero hay muchas otras agresiones que no llegan a ser parte de ese registro, se trata de aquellas tragedias prácticamente anónimas que ocurren en los hogares, en todo el territorio nacional, donde madres, esposas, convivientes, hijas y sobrinas son víctimas de algún tipo de agresión —verbal, psicológica, económica, sexual—.

Solo el Ministerio Público recibe unas 52 mil denuncias al año de violencia contra la mujer, lo que representa un promedio espeluznante: 150 al día, lo cual muestra que cualquier infraestructura será insuficiente para atender tal demanda de justicia. Esto en el mejor de los casos, pues por lo menos existe un registro de denuncias, pero hay muchas féminas que no llegan a tener acceso ni siquiera a tal posibilidad, con lo cual los chantajes, golpizas, insultos y violaciones quedan en silencio e impunidad, hasta que hay un fatal desenlace.

Todo este cuadro hace muy difícil celebrar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer con algún grado de esperanza.

Sin embargo, la vida de millones de guatemaltecas, de todas las edades, merece que se insista en el llamado a la transformación que involucre a diversos sectores: escolar, académico, político, religioso o empresarial. Si bien muchos de los incidentes lamentables en esta materia ocurren en espacios privados, su impacto es claramente público, por lo cual nadie puede quedar ajeno a la exigencia de respeto y dignificación para hombres y mujeres.

ESCRITO POR: