CATALEJO

Acciones para poder salvar al parlamento

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A causa de las últimas acciones de los diputados, el Congreso de la República se ha empantanado en el peor desprestigio de su historia. Ciertamente, nunca ha sido una institución apreciada por los guatemaltecos, y en eso hay mucho parecido con una abrumadora cantidad de países tanto latinoamericanos como aquellos desarrollados, donde el sistema imperante es el parlamentario, no el presidencialista propio de estos lares, donde la cabeza del Organismo Ejecutivo es  vista como una especie de soberano más o menos absoluto. El país no se puede quedar sin organismos de Estado, y ante el naufragio del Ejecutivo, se debe salvar al Legislativo, siempre y cuando otras entidades estatales cumplan con su cometido, ahora fundamental.

La primera de estas instituciones es el Tribunal Supremo Electoral. Debe olvidarse de güizachadas o del pago de supuestos o reales favores politiqueros. Y la primera de esas acciones es la de aplicar la ley a los dos grupos politiqueros más representativos de la debacle actual: el oficial FCN-Nación, y la Unidad Nacional de la Esperanza. Hecho a un lado el valladar representado por sus integrantes, es más fácil comenzar el segundo paso: la depuración. Y esta necesaria acción debe ser el resultado de algunos criterios básicos y sobre todo con lógica y con corrección. Deben quedar fuera los diputados participantes en el pacto de la impunidad, y en especial quienes luego en forma lacrimosa y vergonzante andaban pidiendo perdón.

La petición de eliminar del Congreso a la totalidad de sus integrantes es utópica y sobre todo no permitiría la aprobación de los cambios necesarios para el proceso previo y durante las elecciones, a fin de lograr con estas un resultado distinto. Quienes no votaron por esas aberraciones emanadas de los parlamentarios impresentables, en muchos casos se liberaron de la vergüenza porque no estaban presentes. No importa: es necesario convencerlos de la necesidad de cambios derivados de la necesidad de actuar para darle respuesta a las exigencias de la población, representada por la generación menor a 40 años y sobre todo por aquellos jóvenes de 25 o menos, quienes con su participación le han dado a la democracia la oportunidad de funcionar realmente.

Por supuesto, no solo las hordas electoreras antes mencionadas merecen ser puestas en la picota. La ausencia de bases ideológicas en los así llamados partidos políticos guatemaltecos, facilita dejar al Congreso integrado sólo con diputados independientes. Así como quien encabeza el Ejecutivo debe tener claro su papel secundario, los depurables del Legislativo necesitan entender por qué deben quedar fuera del pacto. Los participantes deben a su vez tener representatividad real, larga trayectoria, y no integrar las docenas de entidades desconocidas por la sencilla razón de no haber existido antes, carecer de representantes legales, no de entusiastas personas o grupúsculos. Uno de esos grupos publicó un campo pagado firmado por 39 nombres de entidades, de las cuales cinco o seis son conocidas.

Al comentar sobre la gran cantidad de temas necesarios de tratar para tener resultados realistas, surge la duda de por dónde empezar, así como del orden para atenderlos. A mi juicio, la tarea debe comenzar en esta forma: exigirle al TSE cumplir con su tarea y así marcar el camino. Con esto, se facilita el trabajo. Es necesario insistir en la necesidad de lograr la integración de los grupos de discusión. El papel de los ciudadanos es continuar con la tarea realizada hasta ahora: insistir frente a quienes tienen las labores indicadas antes. La vindicta pública, la presión por todos los medios legales —obviamente— son armas cívicas utilizadas en otros países, algunos de ellos latinoamericanos. La victoria se logrará cuando los diputados sobrevivientes a la purga cumplan con su tarea.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.

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