CATALEJO

Ahora, descalificar a quien piensa distinto

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Prensa Libre y Guatevisión son dos medios informativos con credibilidad, ganada luego de 67 y 15 años, respectivamente, de ejercer un periodismo profesional, lo cual por supuesto no significa perfección, porque lo realizan seres humanos. A nadie debe extrañar la molestia causada por esta actitud entre sectores de cualquier tipo de poder. El lunes, Juan Carlos Monzón hizo acusaciones contra ambos, escogidos a pesar de la gran cantidad de informadores del país, luego de una pregunta directa de su defensor. Ayer, varias personas con razones para despreciarlos se lanzaron en una andanada de reproducciones de lo expresado por dicho colaborador eficaz, quien puede rebajar su condena por medio de hacer declaraciones específicas.

Una de las consecuencias de las acciones políticas ocurridas en los últimos meses, es la preocupación de quienes se ven afectados por las investigaciones de la Cicig y del Ministerio Público, pero en especial a causa de la avalancha de críticas recibida de los usuarios de redes sociales, los cuales —lamentablemente, como he expresado— tienen en su contra el anonimato en muchísimos de los casos. Esto afecta a los noticieros y comentarios electrónicos serios, vistos como una peor amenaza por los maleantes a causa de la gran cantidad de visitas, y de su inmediatez, elemento con una serie de peligros por no dejar tiempo a la meditación y a la comprobación suficiente de los hechos.

Las normas de estrategia política, consistente en tomar el poder sin importar los métodos, tienen decálogos muy antiguos, antiguos y recientes. Una de ellas es la descalificación del oponente, de quien piensa distinto. Siempre ha existido una “verdad oficial” emanada del rey, del partido, del líder, quienes para mantenerse deben eliminar a los demás. Lenin, en la Revolución Rusa de 1917 y sus sucesores fueron claro ejemplo de esto. Ahora, Donald Trump está envuelto en algo con lo cual se parece a su colega de Moscú: no aceptar el más mínimo asomo de crítica, presentando de hecho esta actitud con el concepto nuevo fake news (noticias falsas).

En el caso de Guatemala, la prensa independiente es considerada por los jefes del gobierno como un enemigo, mal intencionado, corrupto, etcétera. El presidente Morales, gracias a malas influencias y a poca capacidad de saber cómo es la política, no la politiquería, se ha lanzado a esta campaña antiprensa, de la cual no puede salir bien librado. Por coincidencia, el viernes pasado también circuló un mensaje con los nombres de un alto número de periodistas y comentaristas dedicados a informar y analizar los hechos, sus concatenaciones, consecuencias. En un gobierno con la mediocridad del actual, provoca poca sorpresa esta actitud, apoyada por quienes se verán afectados por la lucha anticorrupción en cualquiera de sus formas.

Este apócrifo firmado por un nombre cualquiera, constituye una lista de al menos dos docenas de nombres. Menciona a periódicos, revistas, noticieros radiales, de televisión (hasta los de González…) noticieros de cable, comentaristas, editorialistas. Es casi el listado completo y a la mayoría de ellos les adjunta insultos, así como a todos aquellos defensores de la lucha contra la corrupción. El intento de descalificación, por burdo, tiene efecto de búmeran y solamente alegra a quienes financian estos ataques y los envuelven en la sucia colcha de la cobardía, con lo cual se demuestra el convencimiento de la credibilidad generalizada del gremio, aunque haya algunas excepciones. Pero no se debe olvidar: el ataque a quienes intentan descubrir las verdades existe desde hace siglos.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.