SIN FRONTERAS

Ay, esos “líderes migrantes”

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Estos días últimos, he pensado sobre ese término que en el país se ha acuñado para referirse a personajes que viven en el extranjero; esos que dicen representar los intereses de otros paisanos en sus estados de influencia. “Líderes migrantes” se autodenominan, y también les denominan quienes autentican su representatividad. Y vaya usted a saber que de estos personajes hay por todos lados. Los hay en California, los hay en Nueva York. Los hay de los que gritan —bandera de Guatemala en mano— y también de los que no; pero que, con hábil privilegio, se llegan a colar al oído de las más altas esferas del poder nacional. La lógica es sencilla: se dicen voz de millones que allá son atractivos sujetos políticos y comerciales. Yo aprendí —de cara manera— que muchos de estos recios no representan a más personas de las que pueden contarse con los dedos de una mano tunca.

Era 2005, y un banco local guatemalteco buscaba ofrecer servicios financieros para residentes en el exterior. Se envió a un equipo multidisciplinario, donde fui incluido para asesorar en el área legal. Llegamos a Los Ángeles, casa de más de medio millón de clientes potenciales. Las expectativas eran altas para estos banqueros optimistas. No entraré a detalle, y los motivos por los que el banco finalmente perdió entusiasmo fueron muchos y variados. Pero recuerdo que las decepciones más dolorosas se debieron a los embustes de quienes decían representar a la población.

Con el paso de los años y en distintos emprendimientos, fui entendiendo algo evidente, que desde Guatemala es difícil de observar. Representar poblaciones guatemaltecas en grandes urbes estadounidenses es demasiado improbable. No solo por lo costoso de llegar a incidir mediáticamente en estas caras ciudades, sino también, porque muchas veces quienes viven en ellas están inmersos en un ritmo de vida, donde el trabajo no les deja otro interés más que el trabajo. Sin embargo, encontré que no era igual en pueblos pequeños y rurales, donde habitan conglomerados regionales, y en los que los dueños de las tiendas, o pastores evangélicos, frecuentemente son coterráneos de la mayoría que vive en el lugar, y tiene una posición social de influencia.

Estos dedicados caudillos locales, sin embargo, no son los que influencian aquí en Guatemala. Aquí, más bien, se hacen el camino con frecuencia, personajes que jamás han hecho siquiera el esfuerzo por reconocer que la multiculturalidad del país se ha trasladado al territorio estadounidense. Promueven, por tanto, causas que no representan las necesidades generales, las cuales son variadas. Algún día escribiré a qué me refiero con esto, pero promover bajos precios de servicios consulares a toda costa, es un buen ejemplo.

Eventos recientes que involucran a quienes se presentan como líderes migrantes son una oportunidad de aprendizaje para evitar caer con quienes aprovechan sus experiencias para obtener beneficios personales. Y menciono esto a las puertas de lo que será —supuestamente— el primer proceso electoral nacional que trascenderá fronteras. Me preocupo sobre quiénes se acreditarán como representantes migrantes. Me preocupa que destaquen demasiado quienes han participado en proselitismo desde la comunidad de Los Ángeles, ya que se han visto en ella las prácticas políticas indeseables del país. Me preocupa el nivel de tecnicismo, que sobre los asuntos del Estado, debieran tener quienes legítimamente busquen influir. Me preocupa ver que la falta de representatividad en el país trasciende las fronteras, y que en esto, el migrante no parece ser excepción.

@pepsol

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.

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