EDITORIAL

Continúan riesgos contra el periodismo

La celebración del Día del Periodista en Guatemala es motivo para rememorar la fecha del primer ejemplar de la Gaceta de Guatemala, en 1729, el tercer periódico de la América colonial española. Resulta ocasión propicia para reiterar algunas reflexiones sobre los riesgos de esta profesión, no solo en este país, sino en el resto del mundo occidental, donde esta se enfrenta a peligros cada vez peores y no siempre evidentes.

Los periodistas de la provincia, no solo en Guatemala, sino en muchos países de América Latina, son las principales víctimas de los grupos al margen de la ley. La intolerancia muchas veces empieza por amenazas, pero en otras ocasiones se materializa en viles crímenes que buscan acallar voces críticas. En el más reciente caso, el periodista Hamilton Hernández Vásquez, de 28 años, y su esposa, Ermelinda González Lucas, 35, fueron ultimados en Coatepeque, Quetzaltenango.

Solo en lo que va de este año han sido asesinados ocho periodistas y ninguno de esos crímenes ha podido ser esclarecido. El Centro de Reportes Informativos sobre Guatemala (Cerigua) había registrado hasta el pasado septiembre 47 agravios contra la prensa, mientras la Unidad Fiscal de Delitos contra Periodistas había recibido 76 denuncias por claras interferencias a la labor periodística. Son crímenes que prácticamente en su totalidad quedan impunes, se acumulan otros y crece la lista de víctimas sin que las autoridades den muestras de poder combatirlos.

En los últimos años ha proliferado en el mundo otro tipo de amenazas contra el periodismo profesional e independiente, y se trata de las descalificaciones o ataques a aspirantes a cargos públicos, cuyo ejemplo más preocupante acaba de ocurrir en Estados Unidos, donde los poderosos medios de difusión Facebook y Google no pudieron evitar la inclusión de mentiras y noticias falsas sobre los candidatos, que dejaron ver la dimensión de esa amenaza.

Trump fue uno de los más beneficiados por este uso malicioso de los medios. Como candidato no solo criticó abiertamente a la prensa, sino vedó el ingreso a periodistas, a quienes consideraba activistas políticos en contra suya, en especial a hombres de prensa de la comunidad hispana, críticos de los ataques contra la población inmigrante, sobre todo de origen mexicano. La prensa estadounidense no sabe ahora cómo cubrir informativamente a alguien cuyas afirmaciones falsas son constantes.

El riesgo lo representa el hecho de abordar a millones de lectores con engaño, con las reglas de una prensa honesta e independiente que se ve afectada a causa de la confusión de los receptores de mensajes malintencionados. Se trata de un ataque sutil pero de efectos peores contra la libertad de emisión del pensamiento, base para los avances y afianzamiento de la democracia como el sistema menos deficiente de gobierno.

Estas consideraciones vienen al caso porque es indispensable reiterar que el periodismo, aunque es falible, no deja de sufrir constantemente el asedio de quienes lo ven como una amenaza para sus fines aviesos, los cuales surgen de motivaciones infames porque apuñalan el derecho ciudadano a recibir noticias e información sin ataduras.

ESCRITO POR: