HAGAMOS LA DIFERENCIA

Cuán dulce paz

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Una noticia que me sorprendió esta semana es que en 40 municipios de Guatemala no se registraron muertes violentas en los últimos 24 meses, según reporte de Carlos Mendoza, analista independiente, que utilizó datos de la Policía Nacional Civil. La sorpresa se debió a que creí que los municipios pacíficos del país eran contados con los dedos de la mano, pues se respiran por doquier aires de violencia, las noticias malas saturan los periódicos y nos hacen creer que todo está malo en este país. Once municipios son de Sololá, siete de Huehuetenango, cinco de Quiché y cuatro de Chimaltenango. También es importante destacar que el departamento de Totonicapán es el que menos violencia tiene entre todos los departamentos del país.

El agrado fue mayúsculo, pero para mí eso no fue una sorpresa. Saber que mi pueblo, El Chol, es uno de ellos. Este pueblito de Baja Verapaz se ha caracterizado por su tranquilidad. Los pobladores son personas pacíficas que resuelven sus controversias al conversar. En diciembre del 2011, Prensa Libre publicó una noticia que nos dio mucha alegría a los oriundos de este paradisíaco lugar: “Santa Cruz El Chol es un pueblo que vive en paz”. En él se mencionaba lo siguiente: “La cifra es inusual en estos tiempos, pero ejemplar: Santa Cruz El Chol es el único municipio con cero violencia en Baja Verapaz y uno de los tres lugares verdaderamente pacíficos a escala nacional, algo que sus pobladores atribuyen al respeto mutuo, la vida de fe y la organización”. Es este municipio en realidad un pueblo que vive en paz.

Oportunidad de tiempo que tenemos con mi familia generalmente es aprovechada para visitar este lugar que me vio nacer. Sentimos confianza de viajar en cualquier hora del día al saber que el lugar es tranquilo. Con apoyo de mis suegros construimos una casita de campo en una aldea de este municipio, la que disfrutamos. En lugar de un muro y portón para encerrar el sitio de la casa tenemos tres hilos de cerco de alambre, y al llegar cuelgo mi hamaca en el corredor. Al ocaso del día disfruto leer en esta hamaca y termino durmiéndome con la tranquilidad de saber que nadie se acerca para hacer daño. Acostumbro hacer caminatas entre el bosque, sabiendo que nada perturba la paz que se siente, un buen lugar para meditar y apartarse del bullicio de la ciudad. En estos lugares se acostumbra tener una huerta con vegetales y frutas diversas, así como gallinas criollas, no pudiendo faltar una vaca para obtener la leche de consumo diario. Los vecinos generalmente “convidan” cuando preparan algún platillo especial.

Un vecino del lugar expresó lo siguiente: “El Chol siempre ha sido un pueblo tranquilo, aunque en el tiempo de la guerrilla mataron a mucha gente inocente, se unieron las personas y pudieron controlar todo eso, no es un pueblo muy grande, todos se conocen, y son personas trabajadoras de muy buen corazón, le enseñan a sus hijos a respetar a las personas, son humildes y honestas, lamento haberme venido de allá…”

Cuando en 2011 se publicó la noticia, muchos expresaron que era mejor que no se publicara, para que la gente de mal proceder no llegara al lugar. Después de cinco años vemos que el pueblo continúa pacífico. Con ello se demuestra que Guatemala sí puede vivir en paz, y que cuando los vecinos lo deciden pueden proteger sus poblados. Ojalá los alcaldes de los 340 municipios vean el ejemplo de esos 40 y decidan apoyar a sus comunidades para erradicar la violencia. Sí se puede.

samreygo@yahoo.com

ESCRITO POR:

Samuel Reyes Gómez

Doctor en Ciencias de la Investigación. Ingeniero agrónomo. Perito agrónomo. Docente universitario. Especialista en análisis de datos, proyectos, educación digital. Cristiano evangélico.

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