ALEPH

De vulvas, fariseos y derechos humanos

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Para algunas personas, la procesión de la “Poderosa Vulva” que salió el 8 de marzo significó una ofensa a sus creencias religiosas. Para otras fue una manera de romper simbólicamente con el orden patriarcal. Pero hay un tercer grupo, liderado por diputados muy cuestionados del actual Congreso (nunca faltan los hipócritas y fariseos), que está usando las creencias religiosas para servirse en bandeja de plata un jugoso bocado político que habían reservado para la Semana Mayor: sacar al actual procurador de Derechos Humanos, quien no solo les molesta porque ha cumplido bien con el mandato para el cual fue electo, sino porque en varias ocasiones ha expresado su apoyo al trabajo de Iván Velásquez al frente de la Cicig.

El año pasado, esa procesión también salió a las calles de Guatemala, y nadie se pronunció. Tenía la misma función transgresora que la de este año (porque sigue vigente el hecho de que las opresiones de un sistema patriarcal pasan inevitablemente por el cuerpo de las mujeres), pero ¿por qué la de ahora sí provocó una serie de pronunciamientos (Conferencia Episcopal incluida)? Llama la atención que en varios de ellos se haya asociado la presencia del PDH a una procesión que él no acompañó. Él llegó a participar en algunas de las actividades conmemorativas por las 56 adolescentes que hace un año se quemaron vivas en el Hogar Virgen de la Asunción. Entonces fue cuando le tomaron las fotos y allí apareció el estandarte de la procesión en cuestión, justo detrás de él.

¿Dónde está lo perverso de todo esto? En la intencionalidad de quienes buscan servirse de las reivindicaciones de un grupo de mujeres que incomodó a una parte de la sociedad, para sacar al PDH y capturar el Estado. Hay que recordar que cuando Jimmy Morales intentó sacar a Iván Velásquez, en agosto del 2017, hubo contenciones importantes dentro del mismo gobierno que evitaron males mayores, entre estas el anterior ministro de Gobernación, el excanciller, el exdirector de la PNC, la actual fiscal general y el PDH, cada uno según su función, sosteniendo la peña. Pero desde finales del año pasado los cambios se fueron dando en la Cancillería, Gobernación y la cúpula de la PNC. ¿Quiénes quedan hoy que estorben al Pacto de Corruptos e impidan la captura total del aparato estatal? Una pista: una deja el cargo en mayo, así que no vale la pena invertir energías o tiempo por ese lado.

Viene Semana Santa y sabemos que en esos momentos los diputados aprovechan para meter goles. No es casualidad que haya ahora un paquetón de iniciativas de ley discutiéndose en el Congreso, muchas de ellas contrarias a la intención de un Estado democrático, cuya columna vertebral ha de ser la de los derechos humanos. Y tampoco es casualidad que algunos de esos diputados crean posible adelantar su sueño de ver al PDH fuera del cargo, usando para ello algo que sí fue una casualidad: que él y la procesión se encontraran.

Que exista el derecho a expresarse y también el de indignarse. De eso va una democracia: del ejercicio de la libre expresión y de nuestros principios éticos universales. Si la intención de la procesión fue decir “mi cuerpo es mío y no de un orden que define para ese cuerpo el qué y el cómo debe vivir”, queda claro. Que indignó a varias personas por diversas razones, también queda claro. Lo que molesta es que a algunos les ofendan más “vulgaridades” como la palabra “vulva” que los 90 mil 889 embarazos en niñas y adolescentes del 2017. Molesta que algunos se pronuniciaran en contra de una imagen que lastima sus creencias, pero jamás por las imágenes en medios de comunicación y redes, donde niñas, adolescentes y mujeres están siendo penetradas a la fuerza, día tras día. Molesta que algunos no se indignaran nunca por las 56 adolescentes que ardieron vivas en un aula, pero sí por una piñata o un dibujo con forma de vulva. Y molesta la perversidad de los diputados y sus aliados que se aprovechan de la situación para intentar sacar al PDH, terminar de capturar al Estado y devolvérselo de nuevo a la corrupción. No lo permitiremos.

cescobarsarti@gmail.com

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.