EDITORIAL

Denigrante espectáculo

Una vez más, varios integrantes de la Policía Nacional Civil resultaron involucrados en un bochornoso espectáculo montado en un campo de futbol de la zona 4 de Mixco, donde una mujer bailó desnuda teniendo al fondo uno de los autopatrullas que se encontraban al servicio de la Comisaría 16, mientras unos 12 agentes policiales bebían cerveza.

Los agentes ya fueron suspendidos y una denuncia penal, por abuso de autoridad y otros delitos, fue presentada en el Ministerio Público, para que se inicien las investigaciones respectivas, mientras las autoridades tampoco descartan destituciones, al margen de lo que determinen las pesquisas, penales y administrativas.

El espectáculo es más que vergonzoso, pues por ningún motivo se le puede catalogar como un convivio navideño, pues si así lo fuera tendría otras características, y en cambio tiene mucho de los abusos que agentes policiales cometían en el pasado reciente, cuando en pequeños grupos imponían la ley de la fuerza en contra de la población.

Mucho menos se puede decir que se trató de un baile erótico, cuando es muy fácil darle otros calificativos, ya que es a todas luces denigrante para una institución llamada a velar por el orden ciudadano y también para la mujer, que vuelve a ser instrumentalizada por gente con poder.

Es claro que deben hacerse profundas indagaciones a lo interno de esa comisaría, para determinar los niveles de responsabilidad en los cuales incurrieron los mandos superiores.

Un espectáculo tan penoso como ese también debe ser investigado porque constituye una afrenta a toda la institución, pues se sospecha que esa es una práctica recurrente y ha sido solo cuestión de tiempo para que aflore el bochorno que ahora ha generado el video filtrado a través de las redes sociales, en el cual claramente se observa cómo un símbolo policial es utilizado de marco para tan denigrante acto.

También debe entenderse que para muchos agentes son demasiado elásticos los criterios éticos y a ello se debe que con cierta frecuencia son conocidos abusos o extralimitaciones en sus funciones, un riesgo persistente cuando se tiene una de las fuerzas laborales más grandes del país.

Ciertamente, los agentes ahora encartados dañan la imagen de la Policía Nacional Civil y quizá el mayor reto para las autoridades superiores de la institución sea reducirle espacios a esas posibilidades, lo cual solo se puede lograr si se trabaja más de cerca con ellos y se supervisan de manera periódica sus modelos de vida y de consumo, así como el de sus jefes.

Actos de inmoralidad como este en el que fueron captados esos agentes hacen temer que integrantes de la PNC son capaces de muchos otros excesos e incluso de fomentar un modelo dispendioso capaz de superar lo ahora visto.

Los esfuerzos hechos hasta ahora para reducir los altos indicadores de inseguridad y de violencia afrontan un obstáculo más, y si bien el desprestigio de la institución policial está más que justificado, se deben redoblar las acciones para transformar esa adversidad, que todavía arrastra un pasado ominoso.

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