PLUMA INVITADA

Después de ahogado el niño, cegado el pozo

Roberto Chávez Zepeda

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No se por qué, pero es notorio que la riqueza de proverbios en Guatemala se ha ido perdiendo. Eso me parece muy penoso porque son sentencias, adagios o refranes cargados de mucha lógica y sabiduría práctica para vivir o eludir casos de la cotidianidad, sin afanes ni problemas. El que encabeza estas reflexiones refleja muy bien muchas de nuestras acciones personales y de nuestros gobernantes, pasados y presentes, que “la beben fría” o toman decisiones tardías sobre acontecimientos que se sabe que, indefectiblemente, van a suceder.

Las palabras introductorias vienen al caso para comentar el destrozo de las carreteras ni bien entrado el invierno, el hacinamiento humano en las cárceles del país, el déficit de aulas escolares, así como de hospitales públicos de enfermedades comunes, que incluyen al IGSS; la carencia de hospitales de especialidades, como hospitales infantiles, hospitales de cardiopatías, de gastroenterología, de traumatología, distribuidos en la provincia. Y no porque se haya incrementado la enfermedad o el deseo de los niños por estudiar, sino simplemente porque los programas de gobierno de los partidos políticos jamás han existido y, menos, haber hecho proyecciones estadísticas de crecimiento de la población para prever los requerimientos de servicios públicos, acorde con las proyecciones del crecimiento poblacional.

Fue necesario que se produjeran crímenes en la granja penal Pavón para desnudar la realidad del mal llamado Sistema Penitenciario, para que ahora aparezca en los medios de comunicación un ministro y hasta el presidente fotografiados, colocando la primera piedra de una nueva cárcel. Igualmente, fue necesario que un gobernante y su vice reventaran el tonel de la corrupta ambición para que la corrupción generalizada en lo público y en lo privado quedara al desnudo y se activara notoriamente el sistema de hacer públicos los juicios, al menos los de alto impacto —procedimiento para la administración de la justicia penal que fue propuesto por el entonces presidente de la Corte Suprema licenciado Edmundo Vásquez Martínez, que culminó con la aprobación del actual Código Procesal Penal.

¿Será que todos somos ineptos o solo los ineptos han copado los puestos en la Administración Pública?

Nadie previó que el transporte público existente en determinado momento iba a colapsar por el crecimiento de la ciudad y de la población citadina. Entonces, quienes pudieron se hicieron de un automóvil familiar, pero no se mejoraron los accesos a los sectores circunvecinos. Ninguno previó que con la baja en los precios de los combustibles y las facilidades para comprar una motocicleta el incremento de la circulación de esos vehículos iba a requerir drásticas regulaciones en el Reglamento de Tránsito.

“Después de ahogado el niño, cegado el pozo”

rochaz71@gmail.com

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