CON NOMBRE PROPIO

Discursitos para engañar

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El viernes recién pasado fue capturado en Buenos Aires bajo un cargo de Enriquecimiento Indebido y Asociación Ilícita quien fue el Vicepresidente de Cristina Kirchner. Armando Boudou desayunaba en su casa cuando fue aprehendido. La orden surgió de una investigación que se encontraba bajo el control del juez Ariel Lijo.

Una rapidita visita al tuiter para chequear la noticia arroja cientos de comentarios sobre la captura, pero tal como ocurre en Guatemala, unos aplauden, otros deslegitiman lo decidido por el Poder Judicial y pocos comentan el fondo del asunto.

Quienes deslegitiman la decisión judicial gravitan en que existe un claro interés “político partidista”, se denuncia por ejemplo que el juez había sido objeto de presiones por parte del Macrismo ya que el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires (una ONG porque no hay colegiación obligatoria), había gestionado ante el Consejo de Judicatura (órgano administrativo del Poder Judicial, porque allá no es como acá que la Corte Suprema de Justicia hace todo), la destitución del juzgador bajo la denuncia de que “encajonaba” los casos que tenía por corrupción.

Es fácil encontrar mensajes de líderes sociales vinculados con la izquierda que denuncian que la captura de Boudou (también fue Ministro de Economía), es producto de un ataque de la oligarquía frente a los avances sociales de los Kirchner. La propia Cristina tuiteó “Está en riesgo la democracia argentina” y bajo el texto desarrolló: “Está más que claro que la privación de libertad del ex vicepresidente no tiene nada que ver con la causa por la que se le investiga. Es una clara maniobra intimidatoria y extorsiva que tiene como objetivo disciplinar a los dirigentes sindicales y de la oposición política, especialmente legisladores para que voten precarización laboral e impuestazo, que arruinan economías populares”. El Juez de la causa investiga en otro proceso al Presidente de la República y su familia por anomalías en Correo Argentino y un fraude de 70 mil millones de pesos y hay denuncias de lentitud dolosa en ese expediente y de allí se dice que hay una manipulación judicial para fines electorales.

Argentina tendrá su lucha al igual que Brasil y Ecuador (el actual vicepresidente está preso) y varios dirigentes de izquierda que hicieron gobierno enfrentarán causas criminales, estos hechos importan mucho para la sociedad guatemalteca que se deja engañar y engatusar por insistentes discursos de que la lucha contra la corrupción es “ideológica” cuando hay una clara batalla hemisférica. Honduras, El Salvador, Panamá, Colombia y Perú tienen su propia lucha.

Una Constitución y una República existen en primer término para limitar el poder. La corrupción es una expresión, de las tantas que hay, de abuso de poder. Quien pretende de forma anómala un “privilegio” o “favor” oficial intentará corromper a un ministro socialista o libertario, poco le importa cómo piensa el funcionario y esto ocurrirá en Guatemala, Sudán, Argentina, Mongolia, Japón o cualquier parte del mundo (basta y sobra ver los trinquetes de la FIFA).

Decir que la lucha contra la corrupción es un banderín de la izquierda es absurdo cuando la lucha está más allá de nuestras fronteras. Por supuesto que en la izquierda guatemalteca ha habido y hay corrupción, si se quiere solo un esbozo de ella los invitamos a leer las novelas de Marco Antonio “El Bolo” Flores, donde de novela a denuncia hay un pequeño trecho.

Ladrón es ladrón y si queremos democracia debemos crear una República que evite el abuso de poder sin importar si el que roba es de izquierda o de derecha y así no caeremos en discursitos que intentan deslegitimar a quienes se enfrentan al poder.

@Alex_balsells

ESCRITO POR:

Alejandro Balsells Conde

Abogado y notario, egresado de la Universidad Rafael Landívar y catedrático de Derecho Constitucional en dicha casa de estudios. Ha sido consultor de entidades nacionales e internacionales, y ejerce el derecho.