EDITORIAL

Dos competirán por esa presidencia

El partido oficial, FCN-Nación, oficializó ayer, por medio de su jefe de bancada, Javier Hernández, que esa agrupación ha decidido respaldar a Oliverio García Rodas para buscar la presidencia del Congreso. Esto confirma la suspicacia no solo del deseo de lograr el control de ese organismo, sino de saberse seguros, como consecuencia de una serie de ofrecimientos hechos a representantes de distintos partidos políticos.

Igualmente, permite mantener la atención de quienes se interesan por descubrir las razones del apresuramiento en la elección de esa directiva, antes del 30 de noviembre, fecha límite para la aprobación del presupuesto nacional del año entrante, y para que ya se sepa quién ocupará la presidencia de la Comisión de Finanzas, un puesto clave para el reparto del dinero que es utilizado para la ejecución de obra gris en todos los departamentos.

Hasta ayer se hablaba con mucha seguridad de una lucha entre Mario Taracena, de la UNE y actual presidente; el oficialista Javier Hernández y, como un tercero en discordia, Oliverio García Rodas, actualmente con el Movimiento Reformador, integrado por numerosos patriotistas reciclados en el hemiciclo. Sin embargo, tal situación cambió cuando el oficialista Hernández anunció que declinaba su candidatura en favor de García Rodas.

La posibilidad de una victoria del oficialismo en el Congreso debe ser vista con preocupación, como consecuencia de varios motivos, entre ellos que tienen poca experiencia parlamentaria, un estilo de actuar y una dependencia que conectaría directamente hacia el Ejecutivo. Quienes mueven los entretelones del partido de gobierno tendrían posibilidad de tomar decisiones inadecuadas, incorrectas o incluso ilegales. Ciertamente, esta posibilidad existe y ha existido, pero en las actuales circunstancias del país hay motivos para considerarla muy cercana a la realidad.

Taracena no las tiene todas consigo. Conspiran contra él algunos hechos tanto del pasado político de la UNE como de sí mismo. La animadversión, no solo interna del uneísmo, sino de sus colegas ocupantes de las curules, y del personal administrativo, así como los numerosos asesores del Congreso, se debe a que él eliminó muchas granjerías.

Todo esto solamente incide en la mala imagen del Legislativo y de los diputados, pero también incrementa los problemas del actual gobierno y, en especial, del presidente Morales, debido a que las reuniones efectuadas en la Casa Presidencial hacen recordar otras acciones similares protagonizadas por mandatarios anteriores, dispuestos a utilizar cualquier tipo de argucia para que en el Parlamento no haya fuentes de crítica, sino de apoyo muchas veces inexplicable.

Llama la atención el notorio silencio del Congreso para explicar el porqué del apresuramiento para mantener a Taracena o llevar a otro candidato. El principal problema en el hemiciclo consiste en la reticencia a entender que cada vez es más difícil hacer negociaciones en secreto, porque el mundo pasa ahora por una etapa en la que las infidencias para destapar contubernios, lejos de ser consideradas una traición o actitud desleal, son vistas como algo justificado incluso desde el punto de vista de la tan escasa ética política.
 

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