EDITORIAL

Dudas acerca del gobierno trumpista

Hoy comienza en Estados Unidos la presidencia de Donald Trump. Es el primero de los 1,460 días de duración de su mandato, que parecen convertirse en un lapso muy largo a causa de la integración de un gabinete con varios otros magnates, con una clara inclinación hacia el conservadurismo a toda prueba, sin ningún representante de los latinos y la nula experiencia en política.

Este factor es particularmente preocupante porque tanto el Senado como el Congreso tienen mayoría republicana y ello podría significar que disminuya o quede eliminado el necesario sistema de pesos y contrapesos de los cuales depende el ejercicio de la política en las democracias del mundo occidental, aunque en ambas cámaras no siempre se actúa de manera alineada con el Ejecutivo. La personalidad volátil e impredecible del nuevo mandatario es otro elemento que puede provocar un estado tal vez cercano a la zozobra en el campo mundial o en el estadounidense.

Para Guatemala y los demás países del Triángulo Norte, y sobre todo México, la ascensión al poder de Trump tiene potenciales peligros particularmente importantes, por las consecuencias derivadas del cumplimiento, aunque sea parcial, de las promesas de persecución contra miles de migrantes que residen de manera indocumentada en Estados Unidos.

Estas deportaciones tendrán efectos negativos en la economía de los países emisores, lo que a su vez causará que más personas se vean impelidas a hacer la peligrosa travesía para alcanzar un sueño americano que nunca fue una posibilidad real si no se estaba dispuesto a sufrir toda clase de vejaciones y que ahora es casi imposible.

México y Centroamérica tienen para Estados Unidos una importancia que no siempre es posible entender o aceptar. La xenofobia contra las personas que hablan español no será la única. Es particularmente necesario analizar las primeras semanas de la administración trumpista, que marcarán la ruta de un gobierno que tiene posibilidades de dividir la historia de Estados Unidos y del mundo en un antes y un después.

La esperanza del mundo, y de los estadounidenses, radica en que funcionen los mecanismos de balance de poder, y en el disenso tanto de demócratas como de republicanos. Presidir un país democrático no significa un cheque en blanco para nadie. Si bien llega a la Presidencia con una alta cuota de poder, este no es omnímodo. Mientras más pronto quede claro esto para el novel presidente Trump, mejor será para todos.

Las dudas, en este momento, están presentes y justificadas en más de un sector, principalmente el productivo, donde algunas industrias ya han iniciado acciones para incrementar las inversiones en suelo estadounidense. Pero en lo sociopolítico, debe quedar claro que el disenso puede ser interpretado de una manera por el ciudadano Trump y de otra por el presidente Trump. Su primera tarea es luchar desde hoy para cerrar las heridas abiertas en la sociedad por una campaña que tuvo demasiadas facetas lamentables y sobre todo muy preocupantes, pues su victoria está marcada por la supuesta intromisión de Rusia.

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