TIERRA NUESTRA

EE. UU. / Guatemala: el viraje obligado

Manuel Villacorta manuelvillacorta@yahoo.com

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La próxima visita del vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, perfila una importancia muy especial. Cuando un funcionario de Estado de ese nivel visita un país como Guatemala, pequeño, pobre e institucionalmente muy limitado, la misma se enmarca en el contexto de una presión político-diplomática a la cual hay que darle una lectura correcta. En principio, el triángulo norte: Guatemala, El Salvador y Honduras, representa para el gobierno de EE. UU. una compleja articulación de problemas y desafíos, que sin duda, tienden a la expansión. Esta región ha llegado al extremo de inquietar tanto al gobierno de ese país, como ya ocurre con otras naciones o regiones del mundo: Corea del Norte, Medio Oriente y el fenómeno chino-ruso. El motivo expuesto por el gobierno norteamericano respecto a que la visita del vicepresidente Pence implica reunirse con pobladores afectados por las erupciones del Volcán de Fuego queda corto frente a los verdaderos objetivos de la misma.

Hay aspectos que preocupan sensiblemente al gobierno del presidente Trump: 1. La manutención e incluso la expansión de migración de guatemaltecos indocumentados hacia ese país. 2. La deficiente labor que Guatemala ha hecho respecto a la lucha contra el narcotráfico, las incautaciones son muy bajas y el lavado de capitales persiste mediante formas diversas. 3. La lucha contra la corrupción y la impunidad que, a criterio de diversos expertos, ha demostrado últimamente un estancamiento jamás presentado desde que el comisionado de Cicig Iván Velásquez se hiciese cargo de la referida institución. 4. Las condiciones socioeconómicas y los indicadores derivados de las mismas, muestran irrefutablemente un incremento de pobreza, caída en la calidad de los servicios sociales y la potenciación de la conflictividad social. En el caso específico de Guatemala y sus relaciones internacionales, el gobierno de Estados Unidos no tiene mayores inconvenientes, la escuálida política exterior del actual gobierno, no ha tenido reparo alguno en mostrar su sometimiento a los intereses de la potencia del norte de América. Para el departamento de Estado, el gobierno de Morales podría tipificarse como un gobierno inepto pero dócil.

El economista Thomas Sowell, luego del fallecimiento de Jean-François Revel, ha representado la oposición al modelo de pensamiento de lo “políticamente correcto”. Thomas Sowell escribió un libro muy influyente titulado “Conflicto de Visiones”. En el mismo expone que la política exterior de Estados Unidos ha estado dominada siempre por visiones restringidas, extremadamente pragmáticas, renunciado a la visión ampliada, la sustentabilidad y los efectos favorables a largo plazo. Creo que los conceptos de Sowell son oportunos y vigentes en cuanto a la relación EE. UU. – Guatemala. Los problemas son los mismos —ampliados en el peor de los casos—, las estrategias de acción son las mismas, los resultados por tanto seguirán siendo los mismos: para romper ese esquema repetitivo e intrascendente, la solución es muy elemental: Guatemala necesita un gobierno responsable, conducido por expertos, apuntalado por políticas públicas exitosas, y especialmente, que tenga dignidad para nunca perder ese valor que nos da el derecho a existir como país: nuestra soberanía nacional. Los países soberanos —aun siendo pequeños y vecinos de Estados Unidos— no serán nunca sus enemigos, serán sus fuertes aliados y simultáneamente responsables de su propio destino. La visión restringida y los dictados sin derecho a respuesta, jamás nos permitirán el surgimiento de una relación bilateral sana y sustentable.

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