CON NOMBRE PROPIO

El desorden del control

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En una República el poder del Estado está dividido en varios entes públicos. Un poder le hace “freno” al otro poder y esto se conoce como “controles interorgánicos”, que no son más que mecanismos útiles para fiscalizar, controlar pero sobre todo racionalizar el ejercicio del poder. Además, cada poder (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) tiene sus propios mecanismos de control.

Racionalizar el poder es la preocupación del constitucionalismo desde su gestación, porque si el poder se ejerce de forma racional, nuestra libertad está garantizada. En países donde los controles se ejercen de manera pronta y eficiente, la libertad de sus ciudadanos es realidad, mientras que en países donde los controles son ineficaces los derechos ciudadanos, pero sobre todo las garantías de libertad, están bajo ,amenaza.

El ejercicio de los controles solo puede medirse de forma cualitativa, es decir, si con ellos se consigue de manera eficiente lo pretendido por la norma. Un país puede tener muchos controles, pero si esos instrumentos no cumplen su objetivo, no sirven para nada. Un buen ejemplo del pésimo ejercicio de los controles lo encontramos en lo ocurrido en la legislatura pasada. Nuestro Congreso, con base en una interpelación a la ministra de Educación, pasó primero sin conocer lo que tenía que conocer, torpedeó la gestión administrativa de la funcionaria, la agenda legislativa fue un desastre, la ministra tuvo que trasladar su despacho al edificio del Congreso porque no sabía cuándo la irían a llamar y un instituto de control que costó mucho consagrar en la Constitución, como lo es la interpelación, fue una burla.

Un mecanismo de control si se utiliza de forma perversa como lógica elemental consigue un resultado perverso; ahondar en ello es inútil. La citación es también otro de los mecanismos contemplados en nuestro marco legal para que los legisladores puedan conocer lo que otros funcionarios públicos realizan en el ámbito de su competencia. Todo funcionario o empleado público está obligado a acudir al Congreso cuando sus comisiones o bloques legislativos lo consideren necesario.

Viene lo anterior porque ayer, en elPeriódico, se informó que en lo que va del año se ha citado 131 veces a funcionarios del Ministerio de Gobernación, siendo esta cartera una de las que más citaciones tiene, porque Salud Pública, Comunicaciones y Finanzas le ganan. Esa pequeña nota desnuda a cuerpo entero el ejercicio absurdo de los mecanismos de control por parte del Congreso.

Diego Valadés, constitucionalista mexicano reconocido en el ámbito hemisférico sobre los controles, nos dice: “los instrumentos constitucionales para el control político del poder representan una garantía de libertad, y por lo mismo no pueden estar sujetos a la aplicación discrecional, confidencial y circunstancial que supone la adopción de acuerdos entre los agentes políticos. Por otra parte, los instrumentos de control corresponden al gran esfuerzo realizado por el constitucionalismo para la racionalización del poder”.

Cuando en siete meses de gobierno, entre los ministerios de Gobernación, Salud, Finanzas y Comunicaciones van 500 citaciones al Congreso, la única conclusión es que el mecanismo de control se usa de forma perversa, y lo que menos consigue es convertirse en garantía de libertad para nosotros.

Lo peor para un sistema jurídico y político es contar con leyes e instrumentos que no sean más que conjuntos semánticos y, al parecer, en nuestro suelo, cada vez más nos cuesta entender este concepto.

Es imposible encontrarle lógica a las 500 citaciones, así que queden estas líneas no más para evidenciar que al hacer eso el Congreso los perdedores no son los funcionarios, sino nosotros, porque nuestra libertad está bajo amenaza y a nadie le importa.

@Alex_balsells

ESCRITO POR:

Alejandro Balsells Conde

Abogado y notario, egresado de la Universidad Rafael Landívar y catedrático de Derecho Constitucional en dicha casa de estudios. Ha sido consultor de entidades nacionales e internacionales, y ejerce el derecho.

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